SIEMPRE

sábado, 28 de marzo de 2009

De la categoría de los dolores III


¿Y qué me decís del dolor de espalda? A medida que vamos creciendo nuestra espalda se va encorvando y aguantando más peso, vamos transformándonos en pequeños Atlas. Los diferentes mundos que llevamos a nuestras espaldas pueden tener más o menos continentes, albergar más o menos vida, pero la fuerza de la gravedad que nos une a ellos es tan grande que pesa mucho y, a veces duele. En ocasiones, paradójicamente, cuánto más encoge nuestro mundo, más encorvamos la espalda y más se empequeñece el alma. Es inútil tratar de caminar erguido y vencer ese peso de nuestro universo, la mochila espacial sólo cambia un poco de posición y se acerca a la rabadilla. Pero, dejaré la rabadilla para otra ocasión porque se merece capítulo aparte. La espalda nos sostiene hasta cuando el resto del cuerpo, la mente y el alma se desploman, con lo que su esfuerzo se hace más sobrehumano y Atlas más gigantesco. No importa si conseguimos aligerar la carga porque llegarán meteoritos del exterior que se nos colgarán de la chepa. Y el mundo moderno carece ya de Hércules a los que intentar engañar, murieron todos en nuestro mundo sin dioses. ¿Qué has hecho de nosotros, Zeus?

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