SIEMPRE

lunes, 19 de octubre de 2009

BELLEZAS DE LA INFANCIA





BERLANGA DE DUERO




El palacio de Frías en Berlanga de Duero.

Los Duques de Frías, responsables del desmantelamiento de media docena de pequeñas iglesias románicas para construir una grandiosa colegiata (que aun siendo "como para una capital de reino" quedo en la mitad de lo proyectado) y, a la sombra del castillo de Berlanga, un magnifico palacio que contaba con uno de los mejores jardines de Europa y que tras el asalto de las tropas francesas quedo reducido a un campo de cardos rodeado de imponentes ruinas.

En el gran escudo de la fachada figuran las armas de Tobar y una frase tomada del libro bíblico de los Proverbios que traducida dice : "La casa será edificada en sabiduría y se mantendrá en prudencia".

De frente al palacio se encuentra la plazoleta del Mercado dedicada a Fray Tomás de Berlanga, primer obispo de Panamá y dscubridor de las islas Galápagos

viernes, 16 de octubre de 2009

MUERTECITOS,Liddell

MUERTECITOS

FUGA XI

Papá nos quería mucho. Aunque era un hombre seco y reservado. Recuerdo cuando jugábamos a los muertos; si mamá no estaba en casa él nos mandaba tendernos en la cama y simular que éramos niños muertos.

Mi hermano y yo nos partíamos de risa, nos movíamos y abríamos los ojos, hasta que papá se enfadaba y por el tono de su voz sabíamos que iba en serio, entonces nos quedábamos quietos y él nos contemplaba. Luego nos traía chucherías y nos pedía silencio.

Recuerdo que el juego se fue complicando. Cuando mamá trabajaba papá compraba flores y nos hacía vestir con traje y corbata. Instalaba cirios encendidos y nos colocaba algodones en las fosas nasales y una venda desde la parte inferior de la barbilla hasta la parte alta de la cabeza. Así rodeados de flores y con las manos en el pecho decía que éramos unos muertecitos muy lindos.

Es verdad que abusábamos de él, pues cuanto más raro era el juego más costosos eran los regalos exigidos, pero él cumplió siempre. Cuando se acababa el juego componíamos ramos con las flores y se los regalábamos a mamá. Se ponía tan contenta....


Si se soñó o fue narrado es irrelevante .

LOGARRITMO,Hipnopompo el osado durmiente.

martes, 13 de octubre de 2009

QUIEN LO PROBÓ LO SABE

Desmayarse

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:

no hallar fuera del bien centro y reposo, 5
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave, 10
olvidar el provecho, amar el daño:

creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe

Lope de Vega.

sábado, 3 de octubre de 2009

Flight of the Conchords - Business Time

Es tiempo de negociar. Las acciones están al alza o a la baja, depende del día, dela ño, de la semana y de la hora. El amor es una fuerte apuesta. Hasta los brokers más temerarios no arriesgan sin una buena información o una corazonada.
Si decides apostar, comprar acciones, sabes que quizá tus ganancias sean efímeras, dos minutos en el paraíso o toda la vida en el purgatorio.
¡oh, sí, that yes!

viernes, 2 de octubre de 2009

EL PROCESO DE KAFKA




Un ejemplo destacado de una obra de arte escrita en lenguaje simbólico es The Trial ( El proceso ), de Kafka. Como sucede con muchos sueños, los hecho presentados son, cada cual por separado, concretos y reales: no obstante el conjunto es imposible y fantástico[...]
La novela se inicia con una frase en cierto modo impresionante, sorprendente: ” Alguien debe haber estado contanto mentiras sobre Joseph K., porque sin haber hecho nada malo un buen día lo detuvieron.”[...] Ser detenido puede significar ser puesto en custodia por agentes de policía, y estar detenido puede significar hallarse paralizado en el crecimiento y desarrollo. El relato manifiesto emplea la palabra “detenido” en el primer sentido. Pero su significado simbólico debe ser entendido en el segundo.

El protagonista de la novela era un hombre de “orientación receptiva”. Todos sus esfuerzos se orientaban hacia el deseo de recibir: nunca de dar o producir. Dependía de otros para que no alimentaran, lo cuidaran y lo protegieran. Seguía siendo un niño dependiente de su madre, que confiaba obtenerlo todo con su ayuda, que se servía de ella y lo manejaba.Consideraba que la fuente de todos los bienes era exterior a él, y que el problema de vivir consistía en no correr el riesgo de perder su favor. Carecía, en consecuencia, del sentimiento de su propia fuerza y tenía un intenso temor de ser amenazado con el abandono por la persona o personas de las que dependía.
“_Pero si no puedo contestar sus preguntas_ dijo el inspector_, puedo al menos darle un consejo;piense menos en nosotros y en lo que va a pasarle , y piense más en usted mismo.”
K. no entiende lo que el inspector le dice. No ve que el problema está en él mismo, que él era el único que podía salvarlo y el hecho de que no supiese aprovechar el consejo del inspector indicaba su derrota final…Hablando en términos humanos, K. estaba casi muerto, pero podía lo mismo seguir desempeñándose como empleado de banco, porque esta actividad estaba completamente separada de su existencia como ser humano.
K. tenía la vaga impresión de que estaba derrochando su vida y descomponiéndose aceleradamente. A partir de este punto toda la novela trata de sus reacciones ante esa impresión y de los esfuerzos que realiza para defenderse y salvarse. El resultado es trágico; aunque oyó la voz de su conciencia, no la entendió. En lugar de remediarse de la única manera que podía hacerlo- reconociendo la verdad y tratando de cambiar-, buscaba ayuda donde no podía encontrarla, ayuda ajena, valiéndose de hábiles abogados, acudiendo a mujeres cuyas relaciones pudieran serle provechosas, y siempre protestando de su inocencia y silenciando la voz que le repetía su culpabilidad.
Quizá habría hallado alguna solución si no hubiese tenido el sentido de la moralidad. K. conocía una sola ley moral: la autoridad rígida, cuyo mandamiento básico era: “Debes obedecer”. Sólo conocía la “conciencia autoritaria”, para quien la obediencia era la mayor virtud y la desobediencia el mayor crimen. No sabía que hubiese otro tipo de conciencia, la conciencia humanística, que es nuestra propia voz instándonos a volver a nuestro propio yo.

En la novela está representada simbólicamente ambas clases de conciencia: la humanística por el inspector, y luego por el cura; la autoritaria por el tribunal, los jueces, los auxiliares, los abogados deshonestos y todos los demás que están relacionados con la causa. K. oyó la voz de su conciencia humanística pero su trágico error fue tomarla por la voz de la conciencia autoritaria y defenderse contra las autoriadades acusadoras, en parte sometiéndose y e parte rebelándose, cuando lo que debió haber hecho es luchar por sí mismo en nombre de su conciencia humanística.

K. tuvo la oportunidad de examinarse a sí mismo y averiguar cuál era su verdadero cargo de que era acusado. Cuando el cura desaprobó su búsqueda de ayuda exterior, K. solo tuvo el temor de que el cura se hubiese enojado. Fue entonces cuando el cura se enojó realmente, pero fue el enojo del amor experimentado por un hombre que ve caer a otro sabiendo que puede salvarse solo, pero, que no puede ser salvado por los demás. El cura ponía bien claro que su actitud era todo lo contrario al autoritarismo. Tenía volunad de ayudar a K., por amor al prójimo, pero no tenía nada que ver con el resultado de la causa. El problema de K., en concepto del sacerdote, era enteramente suyo. Si se negaba a verlo, tenía que seguir ciego; porque nadie puede ver la verdad más que por sí mismo.

Toda su vida K. había estado buscando soluciones, o más bien tratando de que los demás se las dieran pero en aquel momento planteaba problemas, y los planteaba adecuadamente. Sólo el terror a la muerte le otorgó el poder de percibir la posibilidad del amor y la amistad y, paradógicamente, en el momento de morir tuvo, por primera vez, fe en la vida.

Erich FROMM, El lenguaje olvidado.