SIEMPRE

jueves, 31 de diciembre de 2009

Cuento no navideño para los niños sin cuentos

La niña de las largas coletas

Cuando nació era un bebé pequeño, muy pequeño y no tenía ni un pelo. La llamaron Vanda. La niña era alegre y crecía y crecía, pero su pelo no aparecía. Cumplió un año y dos y tres y, nada, el pelo sin aparecer. Sus padres estaban muy preocupados y siempre le ponían sombrero para que la gente no se riera de ella. Porque hay gente que no puede evitar criticar y reírse de los demás, lo que demuestra su vulgaridad. La niña, que al principio no se daba cuenta de lo que pasaba, a medida que iba creciendo se comparaba con las personas que tenía alrededor y todas tenían en la cabeza algo que ella no tenía, cabello. Además, no todos tenían “esa cosa” (como ella lo llamaba) del mismo color, algunos lo tenían marrón, otros amarillo, otros negro, incluso rojo. Había gente que incluso se lo pintaba. ¡Jopetas!, y ella no podía pintar su inexistente pelo con sus rotuladores, de morado, verde o rojo, que eran sus colores favoritos ¿Y por qué ella era pelona como una pelota de fútbol y no tenía ni un pelo? Harta de gorros, sombreros, boinas y demás, decidió que si no le salía pelo naturalmente, ella se lo pintaría. Dicho y hecho, se metió en su habitación, cogió sus rotuladores de colores, se quitó la gorra roja que llevaba ese día se plantó frente al espejo. Sacó todas sus armas de colores del estuche y tardó un poco en decidir qué colores usaría. Y mientras se decidía, una idea grande, sonriente y revoltosa le pasó por su calva cabecita: Ya que no tenía pelo y el resto del mundo mundial sí, decidió ser más original que nadie en todo el universo. Y no se pintó pelo.
¿Qué pintó Vanda en su cabeza? Las ideas se agolpaban, revoloteaban persiguiéndose unas a otras y todas querían ser retratadas en la calva de Vanda. ¿Ideas? ¡Ideas! ¡Ya lo tenía! Lo primero que iba a pintar en su cabecita sería una idea. Pero ¿cómo son las ideas?
Salió como una exhalación de su cuarto, como el correcaminos perseguido por el coyote.
-¡Mamá, papá!-gritó-¿Cómo son las ideas?
-¡Caramba, qué pregunta, Vanda!-contestó su madre-Anda, explícaselo tú –dijo al padre de Vanda.
-Bueno, esto, en fin, ¡Cómo te diría Vanda! Hay ideas de muchos tipos, ideas buenas, ideas malas, ideas que pueden convertirse en cosas, ideas que sólo están en tu mente y no pueden salir de allí, ideas que se escriben, ideas que se pintan…
En este punto lo interrumpió Vanda.
-Sí, eso, papá, eso, quiero ideas pintadas, quiero pintar una idea ¿cómo se pinta una idea?
-Como las ideas son infinitas y tan diferentes como diferente es la gente, hay algo que podemos dibujar cuando hemos tenido una idea.-dijo mamá.
-Eso, eso. ¿Qué es eso?-respondió Vanda cada vez más excitada. ¡Ideas pintadas, sí, sí, quiero pintar una idea!
-Pues, Vanda, simplemente, dibuja una bombilla que se enciende, una bombilla.
Vanda, sin contestar desapareció como un rayo en un día nublado dentro de su habitación.
¡Qué despiste de narrador! No he dicho que Vanda tenía entonces 6 años recién cumplidos y que jugaba horas y horas, sola en su habitación. No tenía hermanos y aunque en el cole ya había aprendido a hacerse respetar, no soportaba las miradas de pena, desprecio o burla que recibía de sus compañeros. Cualquier cosa le servía de estímulo y de juguete y tenía dos amigos invisibles, a los que bautizó como “Hola” y “Adiós”. La razón de estos originales nombres es que “Hola” se le aparecía por la mañana nada más levantarse y “Adiós” ya tarde, cuando estaba cercana la hora de ir a la cama. Aunque con el tiempo, “Hola “ y “Adiós” iban al encuentro de Vanda a cualquier hora del día, cuando ella los invocaba. Pero la tarde en la que decidió dar vida a su calva, no los llamó, prefería estar sola para pensar con mayor claridad.
Cogió un rotulador negro, otro amarillo y, por último uno rojo y con paciencia y esmero dibujó una gran bombilla en su cabeza. La base de la bombilla quedaba en su frente, mientras que el cuerpo se expandía hacia atrás por su cabeza. ¡Qué gran bombilla dibujó Vanda! ¡Qué idea tan luminosa! Se miró y se remiró en el espejo y cuando estuvo del todo satisfecha con su obra, salió a mostrársela a sus padres.
-¡Papá, mamá, tengo una gran idea!-gritó mientras sus padres miraban estupefactos el dibujo que Vanda se había hecho en la cabeza.
-Pero, hija ¿qué te has hecho?-acertó a decir su madre.
-Una idea, mamá, ¿no lo ves? Una gran, gran idea, ¿Os gusta?
Sus padres no sabían muy bien qué decir. Por una parte sufrían por Vanda, por su imposibilidad de tener pelo, pero por otra ¿Cómo iban a permitir que su hija saliera a la calle con una bombilla pintada en su cabeza?
-Vanda, es muy bonita tu bombilla, pero tendrás que lavarte la cabeza antes de echarte a dormir, no puedes salir a la calle con ella-dijo su padre.
-¿Y por qué no? La gente sale con su pelo, papá, mamá, vosotros salís con vuestro pelo y nadie os dice nada.¿Por qué yo no puedo lucir mi bombilla?-contestó entre sollozos Vanda.
-Mira, Vanda. Como el pelo lo tiene todo el mundo, nadie se extraña al verlo. No es nada original y hay pelos horrorosos, tu bombilla es más bonita que la mayoría de los pelos, pero claro, es diferente, es especial y como la gente no está preparada para lo especial, algunos se pueden llevar un gran susto. ¿Por qué no te la pintas las veces que quieras cuando estés en casa? Y a la calle sigue saliendo con tus gorritos de siempre…
Vanda interrumpió a su padre y se metió en su habitación dando un portazo. Apagó la luz y se tumbó lloriqueando en la cama. Pero, algo la sacó de su sollozo. En su habitación había luz y ella la había apagado al entrar. ¿De dónde venía esa luz? ¡Clinc! ¡Idea! Corrió frente al espejo. ¡Era su bombilla la que daba luz, su idea estaba alumbrando! ¡Qué gran idea, qué brillante idea había tenido! Cobraba vida en su cabeza. Allí estaba, dando una bonita luz amarilla. ¡Podía pintar lo que quisiera en su cabeza porque se haría realidad! ¡Qué maravillosa sorpresa! Su idea no había sido sólo buena, sino magnífica, excepcional ¡Era el genio de la lámpara!
Apenas pudo dormir aquella noche excitada por su gran descubrimiento. Desde el primer momento decidió que sería un secreto, que nadie sabría lo que era capaz de hacer. Sólo “Hola” y “Adiós” conocerían su gran secreto.
Por la mañana se levantó antes que sus padres y se borró cuidadosamente la bombilla. En el cole aquel día estuvo contenta y feliz, jugó con sus compañeros y no le importó si dijeron algo acerca de su falta de pelo. ¿Para qué necesitaba el pelo si podía tener lo que quisiera sobre su cabeza? No veía la hora de llegar a casa por la tarde, hacer los deberes y encerrarse en su habitación a pintarse una cosa nueva.
Había visto en un antiguo tebeo un niño que por pelo tenía un libro abierto y decidió convertirse en ese niño. Abrió uno de sus libros de cuentos por la mitad y una vez más, armada con sus rotuladores de colores pintó el libro abierto más bonito, colorido y original del mundo. Cuando le dio el toque final esperó y ¡Zas! A los pocos minutos, el libro dibujado se había convertido en un libro real. Movió la cabeza de un lado a otro y las hojas del libro iban pasando como si sobre ellas soplara el viento. ¡Qué divertido! Metió la cabeza bajo la ducha y el libro desapareció y cuando estaba a punto de volver a pintarse algo, sus padres la mandaron a la cama y era tal su agotamiento provocado por el gran nerviosismo que se durmió ipso facto.
Al día siguiente se dibujó unas mariposas, verdes, azules, rojas, moradas, amarillas… Utilizó todos los colores que tenía. ¿Y qué ocurrió? Una vez terminadas, echaron a volar por la habitación. Vanda reía y reía, daba palmas, las llamaba y las mariposas felices en su vuelo, revoloteaban alrededor de su cabeza. Una de ellas, encontró hueco por la puerta entreabierta y salió a explorar, a descubrir mundo, y las demás, curiosas, hicieron lo mismo. Apenas tuvo Vanda tiempo de reaccionar, cuando lo hizo las mariposas estaban en el salón de su casa, revoloteando traviesas alrededor de sus padres que intentaban espantarlas dando manotazos en el aire.
-Pero ¿de dónde han salido tantas mariposas? Apaga la luz, apágala, que seguro que han venido por la luz- gritaba su madre.
Vanda reía y reía, saltaba, daba vueltas, aplaudía viendo el fabuloso espectáculo de sus padres atrapados entre una bandada de mariposas juguetonas. Cuando ya casi se hacía pis de la risa, corrió al baño, metió la cabeza bajo la ducha y cuando volvió, las mariposas habían desaparecido.
Las caras de sus padres eran un poema. Se quedaron helados, de repente, ese tumulto de mariposas se había evaporado, parecía que se las hubiera tragado la tierra. Vanda los observaba divertida, pero ellos no eran capaces de pestañear, estaban anonadados. ¿Cómo habían aparecido y desaparecido sin más esas mariposas? Se miraban entre ellos y miraban a Vanda que tuvo que esconderse en su habitación a toda prisa para contener la risa. Convocó a “Hola” y “Adiós” para tener a alguien con quien compartir ese momento tan divertido y en un decir ¡ya! allí estaban sus invisibles amigos.
-Hola “Hola”, hola “Adiós”. ¿Habéis visto a mis mariposas? Esto es genial. ¿Qué puedo crear ahora? Vamos a jugar con lo que queráis, dibujaré todo lo que hay sobre el mundo mundial. ¿Queréis un perrito, un gato, un dragón, un robot…?
-No tan rápido Vanda, todo eso está muy bien, pero, ¿qué es lo que quieres tener en tu cabeza, todo lo que se te pase por la imaginación? ¿Quieres tener fuera de la cabeza todo lo que tienes dentro?-dijo “Adiós” que era siempre el primero en hablar porque siempre tenía prisa, siempre tenía que irse.-Contesta rápido, que me tengo que despedir.
-No sé, puedo hacer tantas cosas ahora que no sé por dónde empezar. ¿Por qué no os dibujo a vosotros?
-Hola, hola, Vanda. Comencemos y empecemos. –dijo “Hola”-A mí me gustaría saber qué cara tengo. ¿soy guapo?
-Vamos, “Hola”, deja de decir sandeces. Vanda, nosotros somos tus amigos y te queremos como eres y tú nos quieres como somos, con o sin cara, producto de tu imaginación. Y seré breve en lo que tengo que decirte porque me tengo que ir. Somos perfectos porque nos puedes hacer cambiar, pero si nos dibujas, seremos siempre iguales para ti y eso será muy aburrido y ahora, adiós- y dicho esto “Adiós “, se fue, se esfumó, desapareció.
-Hola Vanda-dijo “Hola”-¿Soy guapo recién levantado?¿Quieres empezar ya a jugar…?
-Adiós “Hola”-contestó Vanda-Hasta luego- E hizo desaparecer a sus amigos. Quizá tenían razón. De momento dibujaría otras cosas, no quería que “Adiós” se enfadara.
¿Y qué sería lo que iba a dibujar? ¡Un extraterrestre! Sería divertido porque además como nadie ha visto nunca un extraterrestre podría dibujarlo como quisiera. Y dicho y hecho, un alienígena que se pondría la mano en el pecho. Como por alguna extraña razón, los extraterrestres solían ser siempre marcianos verdes, pensó que sería más original dibujar un habitante del planeta Venus que sería de color azul. Y no tendría la cabeza grande y el cuerpo pequeño, sino la cabeza pequeña y el cuerpo grande. Y sólo tendría dos brazos y dos piernas porque así era menos difícil de inventar. Y nada de cuatro ojos, sólo tres; dos delante y uno detrás para tener visión en la retaguardia y evitar que los enemigos de Venus le atacasen por la espalda. El venusiano de la mano en el pecho tras unas pocas horas, ya estaba hecho. Como sólo pudo dibujarlo de frente, el ojo de la nuca no estaba presente. Con lo que Vanda no contaba era con la ventana abierta de su habitación y con las ganas de aventura de su nueva creación. El venusiano miró a Vanda con curiosidad y sin decir nada más escapó por la ventana. ¡Qué calamidad! Vanda vivía en un cuarto piso, antes de empezar a explorar, el venusiano se iba a hacer pedazos. Se asomó rauda por la ventana y lo que vio la dejó anonadada. ¡El venusiano volaba! No le había dibujado alas, pero supuso que en Venus todos los habitantes volaban. De pronto lo perdió de vista, le perdió la pista. ¿Qué iba a hacer para encontrarlo? Sus padres no le dejarían bajar a la calle a esa hora sola. Se resignó y siguió vigilando por la ventana, ni rastro, desaparecido, ¿dónde habría ido? Pronto su pregunta tuvo respuesta, ya que una vecina del primero soltó un alarido que se debió escuchar en el mundo entero.
-¡Socorro!¡Socorro!-gritaba la vecina-¡Un monstruo ha entrado en mi cocina y se está comiendo todos mis cubiertos!
El resto del vecindario se asomó a la ventana, pensando que la vecina se había vuelto loca. Los padres de Vanda también se apuntaron a ser espectadores de aquel extraño acontecimiento. Y cuando todos reían pensando que a Doña Lola, la vecina, que era algo solitaria y maligna, le había dado un ataque de locura definitivo, asistieron estupefactos al vuelo del venusiano que salía por la ventana de doña Lola con cuchillos y cucharas en su mano, sólo en la derecha porque cómo ya he contado la otra mano la tenía en el pecho. Todo el vecindario se quedó helado. Los padres de Vanda la llamaron asustados.
-Vanda, hija, ven, corre, ven con nosotros.
Vanda corrió al salón justo en el preciso momento en el que el venusiano entraba por su balcón. Algún vecino más despierto había llamado a la policía y a los bomberos porque se empezaron a escuchar sirenas, había un gran revuelo. Mientras tanto, el venusiano, sin decir nada con todas sus armas en la mano, miraba a Vanda. Vanda ya no reía, esta vez no sabía qué final tendría la creación de su nueva criatura. El venusiano tiró todo lo que llevaba en la mano y solamente se quedó con un cuchillo. Miraba a Vanda, miraba a sus padres, que protegían a su hija y cuando el extraterrestre parecía que se iba a lanzar hacia ellos amenazándoles con el cuchillo, se sentó tranquilamente y empezó con su banquete. Se comió el cuchillo en dos bocados, después las cucharas y cuando hubo terminado, escapó de nuevo por donde había entrado. La gente que seguía asomada a la ventana, gritó y gritó. El venusiano volvió a desaparecer y la policía y los bomberos peinaban la zona buscando a ese engendro, cuando de repente otro grito descomunal dio una pista a la policía de dónde tenían que buscar. Esta vez había entrado en casa de los Pérez y no se conformó con robar los cubiertos, sino que se llevó la tostadora, la batidora y, nada más, porque sólo una mano útil tenía para robar.
Mientras tanto Vanda, del susto, no podía ni pensar. ¡La que había organizado! Tendría que hacer algo. Tendría que lavarse la cabeza antes de que ocurriera una gran tragedia, aunque no sabía si al no estar el venusiano en su casa, al lavarse, el venusiano desaparecería. Lo probó, fue rauda y veloz al baño y bajo la ducha metió su pulido cráneo. Observó por la ventana. Al ver algo en el suelo destrozado, que de lejos parecía ser una tostadora en mal estado y un poco más lejos una batidora o algo parecido, quedó más tranquila, el venusiano había desaparecido.
A la mañana siguiente no se hablaba de otra cosa en el barrio, incluso en los periódicos salió la noticia de aquel extraño suceso y como era sábado y Vanda no tenía que ir al cole, después de desayunar se encerró en su habitación y llamó a “Hola” y “Adiós”.
-Hola, hola, Vanda ¡la que organizaste ayer!¿Por qué no dibujas ahora un plutoniano y volvemos a empezar?-saludó “Hola”.
-Déjame hablar a mí, que tengo prisa-interrumpió “Adiós”-Vanda, tienes que tener cuidado con lo que dibujas porque la gente vive en un mundo gris y se asusta.
-Ya lo sé, chicos, ¿Cómo podía saber que el venusiano escaparía y sería un monstruo comecuchillos? Tengo que tener más cuidado, por eso os he llamado. ¿Qué puedo dibujar ahora?
-Antes de irme te lo diré, Vanda. ¿No has soñado siempre con tener pelo? No quiero ser pesado porque ya debería haberme marchado. ¿Por qué no te dibujas el pelo que sueñas?
-Pero entonces, seré aburrida, seré como los demás…
-Nunca serás como los demás, Vanda-dijo “Hola” mirando su inexistente ser en el espejo-¿Soy guapo? Es que no me veo.
-Mira Vanda, no quiero entretenerme, así que te lo diré rápido. Ya que puedes tener lo que quieras en tu cabeza, dibuja tu pelo, todo de una pieza y cuando te aburras, dibujas otra cosa, aunque sea una burra. Adiós, adiós, tengo que irme.
Y “Adiós” marchó y como “Hola” sin “Adiós” no tenía sentido se fue con su amigo.
Vanda pensó, pensó, las ideas volvían, fluían, discutían entre ellas y al final tomó una decisión. De acuerdo, sería como los demás, tendría pelo. ¿De qué color? Siempre le había gustado moreno. Y se dibujó una larga melena, que le encantó. Era suave, lisa y brillaba y podía moverla como se le antojara. ¡Qué alegría se llevarían sus padres! Al fin sería como los demás, ya nadie se reiría de ella aunque, en realidad a Vanda eso ya no le importaba. Ella era como era, sin pelo, pero tenía la imaginación tan llena que nada más le faltaba ni siquiera el pelo que en tiempos anhelaba.
Antes de enseñarles a sus padres la gran sorpresa, se sonrió frente al espejo. Se peinó con dos largas coletas. A partir de ese día tendría pelo, ¿para siempre? Eso haría creer a sus padres, eso haría creer al mundo, pero nadie conocía su secreto, tenía en su mente el mundo entero, abstracto y concreto y presentía que su vida iba a ser muy divertida.

Y colorín, colorado, este cuento ha terminado según los viejos criterios…o quizá no, esta vida es un misterio.











jueves, 17 de diciembre de 2009

RIZOMAS Y FRACTALES

SOMEBODY TO LOVE

" >

WHITE RABBIT



EROS Y THANATOS

Cuando te dio la tos, con el pañuelo
te tapaste la boca;
y yo leí en tus ojos, en mi cielo,
toda tu angustia loca.
Me ocultaste las rosas de tu pecho,
flor de tu sangre pura;
aquella noche regué y mi lecho
con sales de amargura.
De mi sangre, Teresa, borbotones
tras la tuya fluyen;
una la vida y dos los corazones,
los dos a una concluyen.
Es tu angustioso aliento el que me lleva
tras de ti, mi Teresa... ¡Voy allá!
¡Me falta el aire..., primavera nueva
al lado tuyo me florecerá!

Miguel de UNAMUNO, Teresa.

(Teresa, un libro de rimas y poemas publicado por Unamuno en 1924,
está atribuido a un suicida: el poeta Rafael, un alter-ego, casi un heterónimo, del autor. Nunca ha vuelto a ser editado salvo en sus obras completas.)

martes, 15 de diciembre de 2009

MIRA CÓMO TE MIRO

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Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Pablo Neruda, "Poema 5", Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

domingo, 6 de diciembre de 2009

ENTRE MOSCAS Y PALOMAS




ENTRE MOSCAS Y PALOMAS

Las moscas son calvas, esto, que es algo sabido por todos, no deja por ello de ser curioso. Hay moscas de varios tamaños, esto es también algo conocido, pero ¿ qué relación tienen las moscas y las palomas? La paloma, ese bicho que ha sido subido a la categoría de símbolo y que se ha convertido en la peste a exterminar en muchas ciudades, ratas aladas y con diarrea permanente, en esto han acabado las pobres palomas. Las palomas tienen pelo y las moscas son calvas, las palomas son diarreicas y...¿ las moscas? Difícil es determinar cuál es la consistencia fecal de la mosca habría que desarrollar un programa I+D (Injury + Damage) para averiguar hasta qué punto la dieta deglutida últimamente por la mosca afecta a su tránsito intestinal. Pero teniendo en cuenta la tendencia mutua que ambos presentan hacia los alimentos defecados es cuanto menos curioso pensar ¿ porqué las Palomas no se han quedado calvas? ¿O, por qué a la mosca no le ha salido pelo? Está claro que debe haber un factor determinante que sea el culpable de tan injusta diferenciación. De momento, una cosa queda clara, ambas especies entrarían dentro de la denominación despectiva de Bicho ¡ Biiiiiiiiiiiishhhhho¡ Quizá más la paloma, sí, sí, sí, definitivamente mucho más la paloma y eso es debido a su tamaño, de gran tamaño, talla super, para ser bicho; es mucho más difícil de ignorar que a la pobre mosca en caso de convertirse en una paloma cojonera.

Habrá que esperar a los últimos estudios científicos para resolver tal enigma propio de misterios sin resolver, mientras tanto los sufridores habitantes de las ciudades tendremos que seguir soportando las epidemias de moscas calvas – fáciles de exterminar con los potentes insecticidas- y las perores, las epidemias de palomas velludas, en ese caso ¿ los botes de insecticidas deberían ser propocionarles a su tamaño? Lo pregunto para comprar un Cherokee ranchera, uno de esos que poseen los humildes ciudadanos de las poblaciones élite de Pozuelo, no para pasearme como un pavo delante de los demás, sino para poder cargar las bombonas de insecticida necesario en caso de la que plaga de paloma cojonera llegue a ser crítica.

Esto último me lleva a una nueva reflexión, ¿ se verán los ciudadanos de Pozuelo tan afectados por la mosca y la paloma cojonera como los urbanitas? ¿O seremos solamente los de las ciudades los que habremos de soportar tal cruz?

Bisssshos, bisssssshos, bishhhhhhhhos.

PEPA Roble