SIEMPRE

viernes, 29 de mayo de 2009

VUELTA DE GRANDECOURT




A UN RETRATO DE SU DAMA

Tan vivo está el retrato y la belleza.
que amor tiene en el mundo por escudo.
que con mirarse tan cerca, dudo
cuál de los dos formó naturaleza

Teniéndole por Filis, con presteza,
mi alma se apartó del cuerpo rudo;
y viendo que era su retrato mudo,
en mí volví corrido con tristeza.

En el llevar tras sí mi fe y deseo,
es Filis viva, pues su ser incluye,
con cuyo disfavor siempre peleo

mas su rigor aquesto lo destruye;
y que no es Filis al momento creo,
pues que de mí mirándome, no huye.

domingo, 10 de mayo de 2009

SE PUEDE SER DE PUEBLO PERO NO UN PALETO



La figura del “carismático, pendenciero y vividor” dominicano Porfirio Rubirosa es rescatada por el escritor Jaime Royo-Villanova en “El último playboy”, una biografía novelada que repasa sus vivencias en el París de los años 20 y sus amores con actrices como Ava Gardner o Verónica Lake.

Buscavidas en las callejuelas de Santo Domingo y París, Porfirio Rubirosa llegó a situarse en lo más alto de la “jet set” internacional gracias a sus dotes de seductor.

Porque, como explicó el escritor, pese a que “se amó a sí mismo por encima de todo”, consideraba la amistad como algo sagrado y siempre se mostró tal cual era, sin engañar a nadie.

“Aunque fue un canalla, siempre trató a las mujeres como si fueran las únicas del mundo“, afirmó Royo-Villanova, para añadir que una muestra de su “carisma y modales” es que “ninguna de las mujeres con las que tuvo relación habló jamás mal de él”.

Amante de Ava Gardner, Jane Mansfield o Verónica Lake, y casado en cinco ocasiones, Rubirosa concebía el amor como “una cuestión de instantes” y el sexo, como una competición, en la que su disfrute se basaba en cuanto hiciera gozar a la mujer, indicó el autor.

Sobre Rubirosa se han dicho muchas cosas pero quizá lo que más nos acerque a su personalidad son las palabras que le dijo a un amigo: “Si tú quieres entablar una conversación con una joven que te agrade, especialmente en la calle, sólo tienes que acercártele y decirle ‘Por favor ¿podría usted decirme donde queda la acera de enfrente?’, cosa que ella va a encontrar muy extraña y pensará que usted busca un motivo tonto y hasta jocoso para conocerla. De ahí puede surgir una conversación que podría convertirse en una amistad o quién sabe hasta en un romance”.

“¿Qué será, será lo que Porfirio tendrá?”.Historia Patria Dominicana.

No sé lo que tendría Rubirosa, personaje de una personalidad arrolladora, carismático, pero una cosa sí está clara, Rubirosa era un Playboy pero desde luego no era UN PALETO.

PEPA Roble

sábado, 9 de mayo de 2009

Volverse loco a lo Martín Romaña. Parte I

Homenaje a Kiko y a su locura jocosa que nos legó tantas tardes de risa a lo loco inspirado por Salvador Pániker.


En el fondo, y quizá también en la superficie, me gusta Salvador Pániker. Creo ser yo él o simplemente tener la misma bioquímica. Y creo que esto no es tan fácil. Puede que todos la tengamos, pero solo nos damos cuenta de ello cuando sabemos escuchar y sabemos dejarnos fluir, seguro que anbas cosas. Más que nada, olvidarnos del propio yo y abstraernos a lo que nos rodea y nos habla de alguna manera. Todos hablamos cuando callamos y nos movemos cuando estamos quietos, olemos cuando nos aseamos y nos rozamos con las miradas , aunque a veces huyamos. Quiero más a todos quienes yo quería y los respeto más. Me duele que me odien o que me malinterpreten. La duda cuanto más grande, más ilumina, se dice en el zen, quién no duda no vive ni crece. Creo en eso, aunque deba educarme para aceptarme, entenderme...


Leopoldo Modeano dixit

MURO CHINO



Momentos Fugaces

Son momentos fugaces como una
leve chispa,
en el coche se escucha la lluvia
que cae.
Momentos,instantes de recuerdos
futuros, van marcando mi vía;
parabrisas subiendo y bajando
a toda velocidad,
los cristales mojados, realidades borrosas,
equilibrios difíciles como arte de un
prestidigitador de esencias,
olores profundos,
las balizas al borde del camino,
y el destino es lejano, desmembrado.
Sería más fácil
conociendo los senderos, atajos
que alcancen la intención primitiva.
Momento fugaces marcan
esta senda, camino tortuoso
que espera ser tramsitado,
pero...¡sería tan fácil
si yo lo supiera¡
¡tan fácil con una mínima
certeza¡
que parece imposible encontrar
la salida de este laberinto que forma
esta imagen oculta y furtiva.

PEPA Roble

martes, 5 de mayo de 2009

Puedo prometer y ... ¿Prometo?



Después de todo -pero después de todo-
sólo se trata de acostarse juntos,
se trata de la carne,
de los cuerpos desnudos,
lámpara de la muerte en el mundo.

Gloria degollada, sobreviviente
del tiempo sordomudo,
mezquina paga de los que mueren juntos.

A la miseria del placer, eternidad,
condenaste la búsqueda, al injusto
fracaso encadenaste sed,
clavaste el corazón a un muro.

Se trata de mi cuerpo al que bendigo,
contra el que lucho,
el que ha de darme todo
en un silencio robusto
y el que se muere y mata a menudo.

Soledad, márcame con tu pie desnudo,
aprieta mi corazón como las uvas
y lléname la boca con su licor maduro.

JAIME SABINES

viernes, 1 de mayo de 2009

LA GORGONA


LA MADRE CASTRADORA: PSICOSIS

De un tiempo a esta parte, algunas teorías cinematográficas se han centrado en analizar la representación fílmica de las relaciones entre madre e hijo. Si bien, en los melodramas las relaciones son casi siempre entre madre e hija; en el género de terror lo que se explora es el vínculo entre madre e hijo, en el que la madre se presenta como un objeto que produce fobia y aversión. Esta monstruosa madre es central en las películas y su perversidad está casi siempre motivada por un comportamiento posesivo y dominante. Buen ejemplo de ello sería la madre de Norman Bates dueño del Motel más conocido de la historia del cine.

Norman Bates regenta un motel y vive en una tenebrosa casa acompañado por el cadáver (los huesos) de su madre. Psicótico perdido, en ocasiones adopta la personalidad de la madre muerta para autocastigarse, modifica su voz e incluso se viste con sus ropas. Con este personaje Anthony Perkins personificó la imagen criminal más famosa de la historia del cine: con silueta de mujer asestaba montones de puñaladas a una mujer en la ducha.

Pero es que el personaje de Norman Bates fue creado a imagen y semejanza de un verdadero asesino: Ed Gein. Gein era un asesino necrófilo y caníbal que ha pasado a ocupar un puesto privilegiado en la lista de los más siniestros asesinos por haber matado y haberse comido a cuatro mujeres entre 1954 y 1957. Gein estaba trastornado porque le perseguía el recuerdo de una madre tremendamente posesiva. En sus períodos de crisis se dedicaba a desenterrar cuerpos de los cementerios de Plainfield (Wisconsin) para quitarles la piel y confeccionarse máscaras y vestidos de piel humana.

Volviendo a la película que nos ocupa, recordaremos que Psicosis (Psycho, 1960) narra la historia de un psicópata con personalidad múltiple que conserva disecado el cadáver de su madre. Norman Bates es un hombre feo, solitario, enfermizo, con una fuerte carga emocional, producto de su atormentada infancia al lado de una madre neurótica por el abandono de su marido, que en represalia a su odio contra los hombres, descarga en su hijo sus múltiples insatisfacciones hasta el grado de no dejarlo desarrollar su propia vida, manteniéndolo siempre "pegado a sus faldas".

En consecuencia, cuando Norman se hace adulto, se vuelve un hombre alienado y por ello, comete un gran número de asesinatos. ¿Pero cómo ha llegado a ese terrible estado? ¿Puede una madre odiar tanto a su hijo como para desear destruir su vida?

La historia que inventó Robert Bloch (1917-1994), presenta como punto de partida a una mujer abandonada por su marido y con un hijo pequeño, al cual tiene que sacar adelante sola. Este complejo de abandono se manifiesta por un sentimiento de distanciamiento o agresividad contra los demás para ponerlos a prueba (para confirmar que no se le abandone de nuevo), e intenta justificar la propia angustia traspasando la culpa a los otros. No extraña que Norma Bates genere un odio irracional hacia los hombres, transmitiendo sus neurosis a su hijo al someterlo a una relación de dominación total. De hecho, impide su crecimiento mental al martirizarlo con sentimientos de culpa, pues para lograr esta sumisión, lo ha educado en la creencia de que si algún día llega a abandonarla por otra mujer -al igual que lo hizo su padre-, algo terrible sucederá.

Al no poder soportar el dolor y su carga de remordimientos, se opera en Norman el desdoble de su personalidad. Si bien desde antes ya se prefiguraba la existencia de dos personalidades -la del adulto con motivaciones sexuales y la del niño que reprime esos impulsos-, ante la muerte de Norma, surge una tercera personalidad: la de la propia madre; es decir, Norman se convierte en su madre, a quien desea mantener viva por medio de sus sentimientos de culpa. A partir de este punto, la mente de Norman Bates se desquicia por completo, y a sus perversiones se une el afán por la necrofilia y el voyeurismo. Norman no puede destruir las relaciones de dependencia con su madre. Por consiguiente, la mantiene viva en un espeluznante acto fetichista: para conservarla la diseca y la sienta en una butaca -como si continuara viva-, con lo que consigue mantenerse sometido a la imagen de una madre posesiva que ya no existe, pero que continúa atormentando su vida.

Las manías de Norman Bates siguen creciendo durante los años que vive solo con el cadáver disecado de su madre. Su sexualidad reprimida sólo es satisfecha por medio del voyeurismo. Con la finalidad de espiar, realiza un agujero en la pared de su oficina que da a la habitación contigua en la que aloja a los señoritas que paran en su motel. Cuando Marion Crane llega al motel, Norman simula titubear ante el manojo de llaves para decidirse, finalmente, por la habitación número 1. Después de la cena con la muchacha, Norman se siente interesado y excitado, por lo que la observa mientras se desnuda para tomar un baño y es entonces, cuando convergen las múltiples personalidades de Norman: como hombre se siente excitado ante el cuerpo desnudo de la muchacha, pero como niño sabe que es pecado, y echa la culpa a la perversa fémina, que lo ha tentado con su cuerpo. Por ello, debe ser destruida. Sin embargo, este ser infantil es demasiado débil como para cometer un asesinato, y debe ser, por consiguiente, la madre quien lo libre de los terribles males, acabando con la mujer que lo ha perturbado.

lagorgona.es