SIEMPRE

domingo, 24 de enero de 2010

La verdadera historia de la bruja Malandrina



PARA SAMUEL Y GUILLERMO

Cuentan por ahí que la bruja Malandrina es la más bruja entre las brujas, la más cruel, la que más niños secuestra para comérselos aliñados con salsa de mostaza que es lo que a ella le encanta. Cuentan que no se sabe exactamente donde vive, que recorre el mundo en su escoba con motor, corren otros tiempos, incluso dicen que tiene ordenador. También dicen que está siempre preparada para jugarte malas pasadas, que hay que tener mucho cuidado porque en cualquier momento puede aparecer a tu lado. Son muchos los que dicen haberla visto, sonriéndoles desdentada desde el otro lado de sus ventanas. Algunos dicen que tiene el pelo color ceniza, otros, que ni pelo tiene y quien más, quien menos, le ha visto varias verrugas, pocos dientes y una nariz prominente. Nadie se pone de acuerdo en cuanto a su atuendo, que si verde, que si rojo, que si negro, que si es una larga túnica, que si viste con vaqueros, que si es una bruja moderna, que si es una antigua, que si va desnuda tapada con su larga cabellera roja como el fuego. ..No hay quien se aclare con tal disparidad de criterios.
Cuando oigo a la gente hablar de Malandrina, no puedo evitar reír porque sólo yo la he visto de verdad, sólo yo conozco sus secretos y os preguntaréis por qué tengo este privilegio, pensaréis que igual miento. Pero os puedo jurar que la gente exagera, que no es para tanto, que la bruja Malandrina causa algún que otro sobresalto, pero que es mucho peor su prima Serafina, una bruja de las malas, sin escoba ni antiguallas. Pero, dejemos a Serafina, ya la conoceréis en este cuento. Ahora he de hablar de Malandrina, a quien conozco desde que nací. No me raptó, ni intentó comerme aún siendo un imberbe. ¿Qué por qué he tenido tanta suerte? La tendré hasta la muerte porque Malandrina, de la que dicen que es todo maldad, conmigo no se mete porque es mi mamá.
¿Cómo os habéis quedado? ¿Sorprendidos, anonadados? Soy hijo de bruja y humano, así que algún poder tengo pero son muy limitados. Aunque no es de mí de quien quiero hablar, mi madre es la protagonista de esta historia singular.
Malandrina siempre miente en cuanto a su edad. Es mucho más vieja de lo me quiere hacer creer porque hasta dragones conoció y hace tiempo que los dragones se extinguieron, ya que la modernidad creó otros nuevos engendros y los dragones, tristes y apenados por no servir ya de nada, porque no daban ya miedo, decidieron volver a los libros y del mundo se fueron. Mi madre ha visto muchas cosas y aún verá más porque si tiene una gran ventaja, es la de la inmortalidad. Así que no podré contar toda, toda su historia porque sería tan larga, tan larga que nunca terminaría y no podríais ni comer, ni jugar, ni ir al cole, ni dormir, ni soñar.
Malandrina ya nació bruja. Porque bruja hay que nacer. Nadie se convierte en bruja de la noche a la mañana ni se puede aprender a ser bruja. Por más que mucha gente se empeñe, nunca conseguirán ser buenas brujas, ni brujos, simplemente será gente mala que nunca lograrán nada. Entre los brujos, los hay buenos, malos y regulares, como todo el mundo. Mi madre aprendió a ser una bruja muy malvada, pero nunca comió niños ¡Vaya salvajada! Nació fea, muy fea, las cosa como son. No todas las brujas son feas, las hay muy bellas, pero como el común de los mortales, algunos nacen agraciados y otros feos hasta el desagrado. Otra falsa leyenda sobre mi madre, ella no tiene verrugas. Es fea, pero tiene la piel lisa y ni un solo grano adorna su sonrisa. Tampoco es desdentada, tiene todos los dientes en su sitio y además blanquísimos. Pero sin más dilación debo dar comienzo a mi narración.
Cuando Malandrina tenía un año ya hablaba, caminaba y sabía hacer conjuros y sus padres le enseñaron a utilizarlos con precaución y también le enseñaron a ser buena, a no convertirse en una bruja mala del montón. Sin embargo, Malandrina que era muy inquieta, pronto empezó a hacer travesuras. Era hija única, así que se aburría y decidió raptar a un niño para hacerlo su amigo. Y allí empezó la oscura leyenda de la Malandrina comeniños. Eso fue hace tanto, tanto tiempo, en un lugar tan lejano que ni los más viejos se acuerdan muy bien de ese cuento que sus padres les contaron, a quienes se lo habían contado sus abuelos y a ellos los suyos, y así hasta el infinito.
Malandrina tenía cuatro años cuando raptó a Ernesto, un niño muy mono del pueblo. Entró por la noche en su habitación mientras dormía y sin siquiera despertarlo se lo llevó a su guarida. Lo escondió de sus padres, que la habrían regañado y a la mañana siguiente el niño despertó y Malandrina estaba a su lado. Ernesto abrió los ojos y al ver a semejante niña desconocida, tan fea, a su vera, gritó tanto que despertó a todo el pueblo. Malandrina le puso la mano en la boca para que se callara, sus padres la iban a descubrir y estaba asustada. Y el niño se asustó más y soltó un grito ahogado tan descomunal que ya no lo oyó sólo el pueblo sino casi el mundo entero en su totalidad. Entonces Malandrina le soltó una bofetada para que se callara y allí empezó su negra leyenda. Sus padres al ver lo que Malandrina había hecho salieron pitando de allí con su hija dejando solo a Ernesto. El pueblo entero se dirigía con palos, arcos y flechas, piedras y todo lo contundente que pillaron en sus manos para terminar con esos brujos de los que nunca se fiaron. Cuando llegaron, Malandrina y sus padres ya habían escapado, montados en sus escobas que en esa época no tenían motor a propulsión sino que con una pócima cumplían su misión de volar. Con tanta prisa huyeron que a punto estuvieron de chocar con el árbol más alto que había en el bosque comunal. Mientras sobrevolaban el pueblo a la gente vieron, enfurecida, bramando y gritando: ¡Muerte a los brujos, hijos del diablo, muerte a los brujos! No fue mejor cuando encontraron a Ernesto que, niño imaginativo que era, a todos les contó este cuento:
-Esa niña bruja, Malandrina, ha venido a raptarme esta noche con intención de comerme. ¡Qué miedo he pasado, qué bruja más terrorífica! Tenía cuatro verrugas y ni un solo diente. Me ha dicho que quería comerme y que como no tenía con qué masticar, me metería al horno para asar, para que estuviera más blandito, con una salsa de mostaza me iba a aliñar. Y luego me ha dicho que se pensaba zampar a todos los niños de esta comunidad. Y en cuanto a los mayores, como sois demasiado duros para su boca sin dientes, iba a meteros en una olla para hacer un caldo con vuestros cuerpos y vuestras mentes. Y antes de todo eso me ha dado una buena tunda, me ha pegado, pero yo me he defendido, uno de sus pocos dientes le he arrancado y tanto miedo ha tenido de mi valentía que ha cogido a sus padres y han emprendido la huida.
Y así se comenzó a gestar la mala fama de mi madre. Efectivamente, ella había raptado a Ernesto y también le había pegado un bofetón, no diré que no. Pero nunca quiso comérselo, sólo quería un amiguito con quien jugar y se asustó tanto al oírlo gritar que la mano se le fue y le llegó a pegar. Sus padres, mis abuelos, la castigaron mucho tiempo sin jugar ni merendar. A ella, como a todos los niños, brujos o no, le gustaba jugar. Quizá sus juegos eran un poco diferentes de los del resto de niños y como los brujos dispersados por el mundo rara vez vivían juntos para no despertar sospechas, Malandrina no tenía niños a su alrededor, brujos o no. Algunas veces, decidía darle vida a una piedra y jugar con ella al escondite, o también con los animales hasta el día que tuvo la brillante idea de ponerse a jugar con un saltamontes. Ni que decir tiene que el saltamontes ni caso hacía a Malandrina, por lo que esta decidió darle la facultad del habla y hacerlo grande, ya que era demasiado pequeño para jugar con ella al balón. ¡En mala hora se le ocurrió! Con lo simpático e inofensivo que era siendo pequeño se convirtió en una fiera sin dueño. ¿Qué comían los saltamontes? Nunca se lo había preguntado, pero en ese momento mientras corría perseguida por el enorme insecto o lo que fuera aquello que le sacaba tres cabezas deseó que no les gustara la carne de pequeña bruja. Tampoco se detuvo a preguntarle aunque él pudiera hablarle porque todo parecía indicar que intención de jugar no tenía, más bien tenía la tripa vacía.
-¡¡Papáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaas!-gritaba por el bosque, olvidando incluso que tenía poderes y que podía hacer otra vez pequeño al saltamontes.
Sus padres salieron a tiempo de la cabaña para evitar la catástrofe, el saltamontes estaba a punto de lanzarse sobre Malandrina con la boca muy abierta. Su madre, mi abuela, dijo unas palabras mágicas:
-Rerrorreorretrocede atu srerere.
Y el gran saltamontes cazabrujas volvió a ser un pequeño saltamontes que trotaba de rama en rama y Malandrina volvió a ser castigada. Esta vez le prohibieron realizar cualquier tipo de hechizo, pero Malandrina, que no aprendía nunca de sus errores no hizo caso de sus mayores. Escapó una noche por la chimenea y sin rumbo fijo, aburrida y enfadada pensó que esta vez de verdad iba a ser malvada. Vivían en ese momento en el bosque de otro pequeño pueblo y nunca se habían acercado por allí ya que los padres de Malandrina no querían problemas. Querían vivir en paz, con sus pócimas, sus serpientes, sus murciélagos, ensayando hechizos nuevos para cuando llegara la hora de volver al país de los brujos. No querían tener trato con humanos porque los humanos pensaban que las brujas y los brujos eran todos malos y por menos de nada los quemaban como si fueran tostadas. Pero a Malandrina no le gustaba esa soledad, quería mezclarse con la gente, aunque siendo bruja eso no era muy inteligente. Malandrina había oído a sus padres hablar de los brujos del mal, seres malignos que sólo querían el terror sembrar y aunque ella no era mala, se aburría tanto que soñaba a veces con sembrar el terror y ser lo peor. Esa noche como estaba enfadada, al pueblo se fue a hacer alguna gamberrada.
Pasó toda la noche fuera, pero por la mañana, sus padres la encontraron felizmente dormida, no sospecharon para nada su huida. Pero al cabo de una hora les llegó un rumor lejano, parecía venir del pueblo donde estaban los humanos. Sin embargo el sonido no era humano, se oían gruñidos extraños, un “oing, oing” continuo que se iba haciendo cada vez más cercano. ¿Qué sería aquello? Malandrina estaba muy callada comiendo su sopa de araña mientras sus padres salían fuera a averiguar qué era ese sonido que se oía entre las cañas.
¡Cerdos y más cerdos! Un montón de cerdos gruñendo iban con paso firme hacia la cabaña de Malandrina y sus padres y aunque su expresión era porcina tenían pinta de estar muy cabreados. ¡Cientos de cerdos enfadados! ¡OING,OING, OING,OING! Iban hacia ellos, ¿qué pretendían, se los querían comer? Malandrina salió a la puerta y allí estaban sus padres, alerta. Eran demasiados cerdos como para hacerles un conjuro, pero estaba claro que les querían atacar, ¿qué decisión tomar? No les quedaba otra opción más que escapar. Así que cogieron corriendo sus escobas y sus cosas más importantes y ascendieron al cielo, sin mirar atrás, solo mirando hacia adelante. Cuando estuvieron a salvo no le quedo otro remedio a Malandrina que confesar lo que había hecho. Había sido ella quien convirtiera a todo el pueblo en una manada de gorrinos: padres, madres, niños, tíos y sobrinos. Para tranquilidad de sus padres, Malandrina les dijo que había utilizado el conjuro número cuarenta, ese que desaparece al cabo de unas horas, solo, por su cuenta. ¡Y ahora qué hacer, otro pueblo al que no podrían volver! Además, Malandrina fue vista por algún que otro vecino cuando huía tras haberlos convertido en ganado porcino, así que la leyenda de la malvada bruja Malandrina se iba poco a poco extendiendo y tendrían que esconderse por un tiempo sin remedio. En aquellos tiempos las noticias corrían veloces de boca en boca, pasaban al viento que las dejaba en los árboles. Los árboles, que eran muy cotillas seguían contando las historias, exagerándolas cuanto podían ya que pequeña era su memoria. Y los pájaros que en sus ramas estaban y que todo oían disimulando haciendo como que estaban cantando, volaban a otros bosques, a otras ramas y seguían contando la historia a sus parientes. Y otros árboles y otros vientos transportaban todos los cuentos que al final llegaban a otros humanos que escuchaban con los ojos muy abiertos. Y así vagaron durante meses y años Malandrina y sus padres, escondiéndose, sin poder quedarse mucho tiempo en ninguna parte ya que a oídos de todos habían llegado sus malas artes. A veces descansaban en lo alto de una montaña y cuando se hacía de día seguían con su huída. Tuvo que pasar mucho tiempo hasta que los humanos olvidaran la existencia de esos brujos y al fin, Malandrina y sus padres pudieron encontrar un hogar seguro, aunque modesto y sin lujos.
Ya Malandrina había crecido y tenía los diez años bien cumplidos y aunque había aprendido la lección, la soledad y el aburrimiento seguían encogiendo su corazón. ¿Para qué servía saber hacer conjuros si nunca podían ver a nadie, si siempre tenían que estar en lo más oscuro? Sus padres le decían que no se preocupara, que pocos años les quedaban ya para volver a la tierra de los brujos, para volver a su hogar. Pero lo que a sus padres les parecían pocos años, para Malandrina era una enormidad de tiempo, le daba para tener todavía mucho aburrimiento. Y aunque no quería volver a meterse en líos, todo cambió con la inesperada visita de sus tíos. Con sus tíos venía su prima Serafina que era tan mala, tan mala que Malandrina la temía. Pero, por otra parte, Serafina tenía su edad, a lo mejor tendría alguien con quien jugar.
Serafina no hacía solo travesuras por aburrimiento como le ha pasado a Malandrina en este cuento, sino que era pura maldad. Cuando estaba con los mayores ponía cara de niña buena y a ellos les engañaba, pero Malandrina sabía que solo maldades en su cabeza cabían. Serafina y sus padres sólo iban a estar una semana, escondidos porque su hija decía que la gente donde vivían no la quería. Lo que sus padres no sabían es que en el pueblo Serafina había hecho de todo y nada bueno.
La primera noche después de cenar Malandrina y Serafina salieron a jugar. O eso creía Malandrina. Cuando estuvieron fuera de casa, Serafina le dijo a Maladrina:
-Oye, prima, vámonos al pueblo más cercano, sólo para espiar a los humanos.
- No sé serafina, mis padres me lo han prohibido. ¿Por qué no hacemos aquí unos hechizos en el bosque?
-No seas tonta, Malandrina, que no vamos a hacer nada malo. Espiamos un poco a los humanos sin que nos vean y luego volvemos. Venga, vamos Malandrina, será divertido, ya verás.
Durante un rato estuvieron discutiendo y al final Malandrina fue convencida, una vez más vencieron su curiosidad y su aburrimiento.
Llegaron al pueblo cuando ya era muy de noche, pero la luna llena brillaba y las iluminaba. Todo el mundo en el pueblo estaba en sus casas y muy silenciosas, Serafina y Malandrina, espiaban por las ventanas. Malandrina no quería hacer nada más porque no quería meterse en otro lío fatal, pero Serafina tenía otro plan.
- Me han dicho que en este pueblo vive la niña más guapa del universo, vamos a buscarla.
Y siguieron espiando por las ventanas hasta que encontraron a la más guapa. Era una niña más o menos de su edad que tenía el pelo muy largo y muy negro y unos ojos verdes grandes, expresivos y eternos. Estaba en su habitación cepillándose el pelo, preparándose para ir a la cama porque estaba cansada.
-¿No te gustaría ser tan guapa como ella, Malandrina?
No os he dicho antes que Serafina era todavía más fea que Malandrina y tenía un corazón envidioso y vanidoso.
-¡Ójala fuera tan guapa como ella, pero no los soy y nunca lo seré, qué le vamos a hacer! Vámonos a casa Serafina, que ya es tarde y nuestros padres nos empezarán a buscar pronto.
-Espera, espera un momento. No volverás sola. ¿Conoces el conjuro número cuatrocientos?
-No, mis padres me han dicho que hasta que no sea mayor sólo puedo saber hasta el doscientos.
-¡Bah, qué tontería! A mí mis padres tampoco me dejaban, pero no les he dicho nada y por las noches, les robo los libros y copio los conjuros. Es injusto que ella sea tan guapa y yo tan fea, voy a hacer que me dé su belleza.
-Pero, ¿cómo vas a hacer eso? Porque no utilizas un hechizo para ser guapa y dejas a esta chica en paz.
-Los conjuros para ser bella tienen fecha de caducidad, sólo si le robas su belleza a una mortal, será para siempre.
-No puedes hacer eso, Serafina, eso sería una crueldad.
Pero Serafina ya no la escuchaba y a entrar iba a casa de la muchacha. Malandrina aprovechó para salir volando a avisar a sus padres de lo que estaba ocurriendo. No era una chivata pero su prima estaba a punto de meter la pata. Fue rápida como el rayo y los mayores llegaron a tiempo de impedir que Serafina le diera a la bella el elixir.
Una vez más todos los brujos salieron corriendo, otro pueblo más al que no volverían jamás. ¿Y ahora dónde andarán?
Aún podría contar cientos de historias acerca de mi mamá, pero este cuento ya es muy largo y tenéis que descansar. Sólo para terminar os diré que otro día otro capítulo os contaré y mientras tanto tened cuidado, porque no os he dicho dónde estamos ahora Malandrina y yo. No salgáis de noche a vuestro salón o ¿quién sabe? quizá estemos en el armario, porque somos muy viajeros y vamos cambiando de escenario. Pero si nos encontráis nada tenéis que temer que somos brujos honrados que no os van a comer…
O quizá todo este cuento sea un invento y seamos tan malos como el ogro malvado. Por si acaso cerrad puertas y ventanas, hasta que otro día a lo mejor vuelva para contaros más historias en persona, desde vuestro balcón.





De la categoría de los dolores V



Menstruación: “Y así parece que la mujer, estando con sus flores mirando al espejo nuevo y limpio, lo hinche de pecas y manchas con los rayos que salen de sus ojos(…) E si en tal tiempo mirase ahito y de cerca a los ojos de algún niño tierno y delicado, le imprimiría aquellos rayos ponzoñosos y les destemplaría el cuerpo de tal manera que no pudiese abrir los ojos ni tener la cabeza derecha sobre sus hombros(…)Y esta infició y ponzoña tienen más unas que otras, y en especial las viejas, que han dejado de purgar sus flores a sus tiempos por la naturaleza ordenados, porque entonces purgan más por los ojos y son de peor complexión por razón de edad; y así la vista de las semejantes es más peligrosa” (1)
El ser humano está hermanado ante el dolor, somos seres sufrientes que podemos reconocer en el otro nuestras dolencias, aunque no todas ellas nos pertenecen por igual. No hay nada tan femenino como parir y el hombre está a años luz de sospechar siquiera el tormento de ese momento místico en el que otra vida asoma. Tampoco todas las mujeres estamos hermanadas en el dolor de alumbramiento porque algunas deciden no hacerlo o sus cuerpos deciden por ellas la infertilidad. Pero sí hay un dolor que a todas no es común: sí, estoy hablando de la menstruación. Si hay alguna ultrafeminista radical, le aconsejo que no siga leyendo estas líneas para que su sensibilidad no resulte herida. Porque, compañeras de sexo, que no de género (cuando hablamos de género nos reducimos a categoría gramatical), el síndrome premenstrual existe, y sí, nos ponemos histéricas, insoportables, extremadamente susceptibles y el vacío existencial se apodera de nuestro femenino cuerpo. Y sí, todo eso nos ocurre por ser mujeres y a los hombres, obviamente, no. Y la razón es una razón de peso y sexo, nuestras femeninas hormonas se entregan a una orgía desenfrenada antes de que todo termine por explotar. Y cuando al final comenzamos a perder sangre intentando no perder la compostura, unos dolores ancestrales, pero no por ello menos reales, nos atenazan; un parto que no lo es, unas contracciones sin ningún fin, un dolor atroz de riñones y piernas, nos recuerdan dulcemente nuestra condición femenina. ¡Qué sublime placer el ser mujer! Pero, de todos modos ¡bienvenido sea el festival reglético! Al fin y al cabo, lo que nos espera es aún peor, sí: la menopausia, en la que ya nuestro cuerpo parece escapar del control de nuestra mente y así escapa nuestra orina y nuestra capacidad para mantener la cintura en sus lindes y nos convertimos oficialmente en brujas.
Por ello propongo un día mundial de la menstruación, en el que todas las mujeres del mundo puedan gritar al viento: sí, estoy con la regla y estos son mis síntomas y ahora, tendréis que escucharlos sin interrupciones. ¡Viva la mujer, con o sin periodo!( ¿alguien conoce algún otro sinónimo para la menstruación, regla, periodo? Y no me sirve el eufemismo”esos días”). E n toda mujer hay dos: la mujer durante el periodo de regla(antes y durante), y la mujer sin. La mujer-monstruo y la mujer-ángel.
Palabra de mujer-monstruo con ponzoña en los ojos.


1.Martín de Castañega, Tratado(…)de las supersticiones y hechizerías…(1ªed, 1529)

sábado, 9 de enero de 2010

ACCIDENTES GEOGRÁFICOS

En la cama mientras dormía, cogida a la almohada, pensaba en la decisión que sin tenerla en cuenta se había dictaminado. El juez, la parte, los testigos, no podían explicar cuál era la acusación, únicamente la pena sobre papel no impreso estaba clara. Sin acusación pero con delito se veía arrastrada a sobrellevar la carga. De cuánto tiempo era la condena no tenía idea, de cómo debía realizarla solo algún mínimo conocimiento, de cómo sería la prisión apenas se le informó. Ya resignada comprendió que las fuerzas dictatoriales no tenían ojos, no tenían manos, sólo un empeño férreo en que su justicia fuera llevada a cabo. Nada importaba la súplica, nada importaba el llanto, ante una voluntad ciega sólo cabía el acatamiento del veredicto: Culpable. Y una vez pronunciadas aquellas palabras ya no hubo más razón ni argumentos que pudieran cambiarla, debía aceptar su destino porque siempre hay alguien superior que piensa por los demás, siempre los otros tendrán razón, esto es lo que tiene haber nacido en una clase no dirigente, no tener los genes de un buen dictador, ser dirigido era su destino y no haberlo aceptado era el cargo merecido.


ENTRE NOSOTROS



Entre nosotros accidentes geográficos,

carreteras, aviones y caminos,

chabolas, cientos de tribus

urbanas y una familia en bicicleta.

Entre nosotros castillos,

ruinas, cementerios , rascacielos,

autopistas llenas de gasolina,

caracoles, marsupiales, el pop,

el rock y un corredor de antesalas

con bebidas isotónicas.

Entre nosotros un universo entero.

Entre nosotros , ¿ por eso tuviste que matarla?

¿Para entender que con sus voces

el mundo entero se convertía

en cera derretida, en bálsamo caliente

que adormece y anestesia el dolor

de una herida abierta?.

Herida que derrama su conciencia en amargos haces de estiércol.

Para entender que en su huida queda presente

parte de la piel que arrastra.

Para hincar en las sienes tuercas incandescentes

que emularan cenizas entrelazadas,

cordones de imágenes estridentes, amarillas de

estados oníricos que sobre la mesa toman vida.

Para todo esto acabaste con ella

olvidar su terquedad, olvidar... qué olvidar.

Para esto,

para olvidar que puedes dar una respuesta.



(Si supieras ...si supieras...)

PEPA Roble

jueves, 31 de diciembre de 2009

Cuento no navideño para los niños sin cuentos

La niña de las largas coletas

Cuando nació era un bebé pequeño, muy pequeño y no tenía ni un pelo. La llamaron Vanda. La niña era alegre y crecía y crecía, pero su pelo no aparecía. Cumplió un año y dos y tres y, nada, el pelo sin aparecer. Sus padres estaban muy preocupados y siempre le ponían sombrero para que la gente no se riera de ella. Porque hay gente que no puede evitar criticar y reírse de los demás, lo que demuestra su vulgaridad. La niña, que al principio no se daba cuenta de lo que pasaba, a medida que iba creciendo se comparaba con las personas que tenía alrededor y todas tenían en la cabeza algo que ella no tenía, cabello. Además, no todos tenían “esa cosa” (como ella lo llamaba) del mismo color, algunos lo tenían marrón, otros amarillo, otros negro, incluso rojo. Había gente que incluso se lo pintaba. ¡Jopetas!, y ella no podía pintar su inexistente pelo con sus rotuladores, de morado, verde o rojo, que eran sus colores favoritos ¿Y por qué ella era pelona como una pelota de fútbol y no tenía ni un pelo? Harta de gorros, sombreros, boinas y demás, decidió que si no le salía pelo naturalmente, ella se lo pintaría. Dicho y hecho, se metió en su habitación, cogió sus rotuladores de colores, se quitó la gorra roja que llevaba ese día se plantó frente al espejo. Sacó todas sus armas de colores del estuche y tardó un poco en decidir qué colores usaría. Y mientras se decidía, una idea grande, sonriente y revoltosa le pasó por su calva cabecita: Ya que no tenía pelo y el resto del mundo mundial sí, decidió ser más original que nadie en todo el universo. Y no se pintó pelo.
¿Qué pintó Vanda en su cabeza? Las ideas se agolpaban, revoloteaban persiguiéndose unas a otras y todas querían ser retratadas en la calva de Vanda. ¿Ideas? ¡Ideas! ¡Ya lo tenía! Lo primero que iba a pintar en su cabecita sería una idea. Pero ¿cómo son las ideas?
Salió como una exhalación de su cuarto, como el correcaminos perseguido por el coyote.
-¡Mamá, papá!-gritó-¿Cómo son las ideas?
-¡Caramba, qué pregunta, Vanda!-contestó su madre-Anda, explícaselo tú –dijo al padre de Vanda.
-Bueno, esto, en fin, ¡Cómo te diría Vanda! Hay ideas de muchos tipos, ideas buenas, ideas malas, ideas que pueden convertirse en cosas, ideas que sólo están en tu mente y no pueden salir de allí, ideas que se escriben, ideas que se pintan…
En este punto lo interrumpió Vanda.
-Sí, eso, papá, eso, quiero ideas pintadas, quiero pintar una idea ¿cómo se pinta una idea?
-Como las ideas son infinitas y tan diferentes como diferente es la gente, hay algo que podemos dibujar cuando hemos tenido una idea.-dijo mamá.
-Eso, eso. ¿Qué es eso?-respondió Vanda cada vez más excitada. ¡Ideas pintadas, sí, sí, quiero pintar una idea!
-Pues, Vanda, simplemente, dibuja una bombilla que se enciende, una bombilla.
Vanda, sin contestar desapareció como un rayo en un día nublado dentro de su habitación.
¡Qué despiste de narrador! No he dicho que Vanda tenía entonces 6 años recién cumplidos y que jugaba horas y horas, sola en su habitación. No tenía hermanos y aunque en el cole ya había aprendido a hacerse respetar, no soportaba las miradas de pena, desprecio o burla que recibía de sus compañeros. Cualquier cosa le servía de estímulo y de juguete y tenía dos amigos invisibles, a los que bautizó como “Hola” y “Adiós”. La razón de estos originales nombres es que “Hola” se le aparecía por la mañana nada más levantarse y “Adiós” ya tarde, cuando estaba cercana la hora de ir a la cama. Aunque con el tiempo, “Hola “ y “Adiós” iban al encuentro de Vanda a cualquier hora del día, cuando ella los invocaba. Pero la tarde en la que decidió dar vida a su calva, no los llamó, prefería estar sola para pensar con mayor claridad.
Cogió un rotulador negro, otro amarillo y, por último uno rojo y con paciencia y esmero dibujó una gran bombilla en su cabeza. La base de la bombilla quedaba en su frente, mientras que el cuerpo se expandía hacia atrás por su cabeza. ¡Qué gran bombilla dibujó Vanda! ¡Qué idea tan luminosa! Se miró y se remiró en el espejo y cuando estuvo del todo satisfecha con su obra, salió a mostrársela a sus padres.
-¡Papá, mamá, tengo una gran idea!-gritó mientras sus padres miraban estupefactos el dibujo que Vanda se había hecho en la cabeza.
-Pero, hija ¿qué te has hecho?-acertó a decir su madre.
-Una idea, mamá, ¿no lo ves? Una gran, gran idea, ¿Os gusta?
Sus padres no sabían muy bien qué decir. Por una parte sufrían por Vanda, por su imposibilidad de tener pelo, pero por otra ¿Cómo iban a permitir que su hija saliera a la calle con una bombilla pintada en su cabeza?
-Vanda, es muy bonita tu bombilla, pero tendrás que lavarte la cabeza antes de echarte a dormir, no puedes salir a la calle con ella-dijo su padre.
-¿Y por qué no? La gente sale con su pelo, papá, mamá, vosotros salís con vuestro pelo y nadie os dice nada.¿Por qué yo no puedo lucir mi bombilla?-contestó entre sollozos Vanda.
-Mira, Vanda. Como el pelo lo tiene todo el mundo, nadie se extraña al verlo. No es nada original y hay pelos horrorosos, tu bombilla es más bonita que la mayoría de los pelos, pero claro, es diferente, es especial y como la gente no está preparada para lo especial, algunos se pueden llevar un gran susto. ¿Por qué no te la pintas las veces que quieras cuando estés en casa? Y a la calle sigue saliendo con tus gorritos de siempre…
Vanda interrumpió a su padre y se metió en su habitación dando un portazo. Apagó la luz y se tumbó lloriqueando en la cama. Pero, algo la sacó de su sollozo. En su habitación había luz y ella la había apagado al entrar. ¿De dónde venía esa luz? ¡Clinc! ¡Idea! Corrió frente al espejo. ¡Era su bombilla la que daba luz, su idea estaba alumbrando! ¡Qué gran idea, qué brillante idea había tenido! Cobraba vida en su cabeza. Allí estaba, dando una bonita luz amarilla. ¡Podía pintar lo que quisiera en su cabeza porque se haría realidad! ¡Qué maravillosa sorpresa! Su idea no había sido sólo buena, sino magnífica, excepcional ¡Era el genio de la lámpara!
Apenas pudo dormir aquella noche excitada por su gran descubrimiento. Desde el primer momento decidió que sería un secreto, que nadie sabría lo que era capaz de hacer. Sólo “Hola” y “Adiós” conocerían su gran secreto.
Por la mañana se levantó antes que sus padres y se borró cuidadosamente la bombilla. En el cole aquel día estuvo contenta y feliz, jugó con sus compañeros y no le importó si dijeron algo acerca de su falta de pelo. ¿Para qué necesitaba el pelo si podía tener lo que quisiera sobre su cabeza? No veía la hora de llegar a casa por la tarde, hacer los deberes y encerrarse en su habitación a pintarse una cosa nueva.
Había visto en un antiguo tebeo un niño que por pelo tenía un libro abierto y decidió convertirse en ese niño. Abrió uno de sus libros de cuentos por la mitad y una vez más, armada con sus rotuladores de colores pintó el libro abierto más bonito, colorido y original del mundo. Cuando le dio el toque final esperó y ¡Zas! A los pocos minutos, el libro dibujado se había convertido en un libro real. Movió la cabeza de un lado a otro y las hojas del libro iban pasando como si sobre ellas soplara el viento. ¡Qué divertido! Metió la cabeza bajo la ducha y el libro desapareció y cuando estaba a punto de volver a pintarse algo, sus padres la mandaron a la cama y era tal su agotamiento provocado por el gran nerviosismo que se durmió ipso facto.
Al día siguiente se dibujó unas mariposas, verdes, azules, rojas, moradas, amarillas… Utilizó todos los colores que tenía. ¿Y qué ocurrió? Una vez terminadas, echaron a volar por la habitación. Vanda reía y reía, daba palmas, las llamaba y las mariposas felices en su vuelo, revoloteaban alrededor de su cabeza. Una de ellas, encontró hueco por la puerta entreabierta y salió a explorar, a descubrir mundo, y las demás, curiosas, hicieron lo mismo. Apenas tuvo Vanda tiempo de reaccionar, cuando lo hizo las mariposas estaban en el salón de su casa, revoloteando traviesas alrededor de sus padres que intentaban espantarlas dando manotazos en el aire.
-Pero ¿de dónde han salido tantas mariposas? Apaga la luz, apágala, que seguro que han venido por la luz- gritaba su madre.
Vanda reía y reía, saltaba, daba vueltas, aplaudía viendo el fabuloso espectáculo de sus padres atrapados entre una bandada de mariposas juguetonas. Cuando ya casi se hacía pis de la risa, corrió al baño, metió la cabeza bajo la ducha y cuando volvió, las mariposas habían desaparecido.
Las caras de sus padres eran un poema. Se quedaron helados, de repente, ese tumulto de mariposas se había evaporado, parecía que se las hubiera tragado la tierra. Vanda los observaba divertida, pero ellos no eran capaces de pestañear, estaban anonadados. ¿Cómo habían aparecido y desaparecido sin más esas mariposas? Se miraban entre ellos y miraban a Vanda que tuvo que esconderse en su habitación a toda prisa para contener la risa. Convocó a “Hola” y “Adiós” para tener a alguien con quien compartir ese momento tan divertido y en un decir ¡ya! allí estaban sus invisibles amigos.
-Hola “Hola”, hola “Adiós”. ¿Habéis visto a mis mariposas? Esto es genial. ¿Qué puedo crear ahora? Vamos a jugar con lo que queráis, dibujaré todo lo que hay sobre el mundo mundial. ¿Queréis un perrito, un gato, un dragón, un robot…?
-No tan rápido Vanda, todo eso está muy bien, pero, ¿qué es lo que quieres tener en tu cabeza, todo lo que se te pase por la imaginación? ¿Quieres tener fuera de la cabeza todo lo que tienes dentro?-dijo “Adiós” que era siempre el primero en hablar porque siempre tenía prisa, siempre tenía que irse.-Contesta rápido, que me tengo que despedir.
-No sé, puedo hacer tantas cosas ahora que no sé por dónde empezar. ¿Por qué no os dibujo a vosotros?
-Hola, hola, Vanda. Comencemos y empecemos. –dijo “Hola”-A mí me gustaría saber qué cara tengo. ¿soy guapo?
-Vamos, “Hola”, deja de decir sandeces. Vanda, nosotros somos tus amigos y te queremos como eres y tú nos quieres como somos, con o sin cara, producto de tu imaginación. Y seré breve en lo que tengo que decirte porque me tengo que ir. Somos perfectos porque nos puedes hacer cambiar, pero si nos dibujas, seremos siempre iguales para ti y eso será muy aburrido y ahora, adiós- y dicho esto “Adiós “, se fue, se esfumó, desapareció.
-Hola Vanda-dijo “Hola”-¿Soy guapo recién levantado?¿Quieres empezar ya a jugar…?
-Adiós “Hola”-contestó Vanda-Hasta luego- E hizo desaparecer a sus amigos. Quizá tenían razón. De momento dibujaría otras cosas, no quería que “Adiós” se enfadara.
¿Y qué sería lo que iba a dibujar? ¡Un extraterrestre! Sería divertido porque además como nadie ha visto nunca un extraterrestre podría dibujarlo como quisiera. Y dicho y hecho, un alienígena que se pondría la mano en el pecho. Como por alguna extraña razón, los extraterrestres solían ser siempre marcianos verdes, pensó que sería más original dibujar un habitante del planeta Venus que sería de color azul. Y no tendría la cabeza grande y el cuerpo pequeño, sino la cabeza pequeña y el cuerpo grande. Y sólo tendría dos brazos y dos piernas porque así era menos difícil de inventar. Y nada de cuatro ojos, sólo tres; dos delante y uno detrás para tener visión en la retaguardia y evitar que los enemigos de Venus le atacasen por la espalda. El venusiano de la mano en el pecho tras unas pocas horas, ya estaba hecho. Como sólo pudo dibujarlo de frente, el ojo de la nuca no estaba presente. Con lo que Vanda no contaba era con la ventana abierta de su habitación y con las ganas de aventura de su nueva creación. El venusiano miró a Vanda con curiosidad y sin decir nada más escapó por la ventana. ¡Qué calamidad! Vanda vivía en un cuarto piso, antes de empezar a explorar, el venusiano se iba a hacer pedazos. Se asomó rauda por la ventana y lo que vio la dejó anonadada. ¡El venusiano volaba! No le había dibujado alas, pero supuso que en Venus todos los habitantes volaban. De pronto lo perdió de vista, le perdió la pista. ¿Qué iba a hacer para encontrarlo? Sus padres no le dejarían bajar a la calle a esa hora sola. Se resignó y siguió vigilando por la ventana, ni rastro, desaparecido, ¿dónde habría ido? Pronto su pregunta tuvo respuesta, ya que una vecina del primero soltó un alarido que se debió escuchar en el mundo entero.
-¡Socorro!¡Socorro!-gritaba la vecina-¡Un monstruo ha entrado en mi cocina y se está comiendo todos mis cubiertos!
El resto del vecindario se asomó a la ventana, pensando que la vecina se había vuelto loca. Los padres de Vanda también se apuntaron a ser espectadores de aquel extraño acontecimiento. Y cuando todos reían pensando que a Doña Lola, la vecina, que era algo solitaria y maligna, le había dado un ataque de locura definitivo, asistieron estupefactos al vuelo del venusiano que salía por la ventana de doña Lola con cuchillos y cucharas en su mano, sólo en la derecha porque cómo ya he contado la otra mano la tenía en el pecho. Todo el vecindario se quedó helado. Los padres de Vanda la llamaron asustados.
-Vanda, hija, ven, corre, ven con nosotros.
Vanda corrió al salón justo en el preciso momento en el que el venusiano entraba por su balcón. Algún vecino más despierto había llamado a la policía y a los bomberos porque se empezaron a escuchar sirenas, había un gran revuelo. Mientras tanto, el venusiano, sin decir nada con todas sus armas en la mano, miraba a Vanda. Vanda ya no reía, esta vez no sabía qué final tendría la creación de su nueva criatura. El venusiano tiró todo lo que llevaba en la mano y solamente se quedó con un cuchillo. Miraba a Vanda, miraba a sus padres, que protegían a su hija y cuando el extraterrestre parecía que se iba a lanzar hacia ellos amenazándoles con el cuchillo, se sentó tranquilamente y empezó con su banquete. Se comió el cuchillo en dos bocados, después las cucharas y cuando hubo terminado, escapó de nuevo por donde había entrado. La gente que seguía asomada a la ventana, gritó y gritó. El venusiano volvió a desaparecer y la policía y los bomberos peinaban la zona buscando a ese engendro, cuando de repente otro grito descomunal dio una pista a la policía de dónde tenían que buscar. Esta vez había entrado en casa de los Pérez y no se conformó con robar los cubiertos, sino que se llevó la tostadora, la batidora y, nada más, porque sólo una mano útil tenía para robar.
Mientras tanto Vanda, del susto, no podía ni pensar. ¡La que había organizado! Tendría que hacer algo. Tendría que lavarse la cabeza antes de que ocurriera una gran tragedia, aunque no sabía si al no estar el venusiano en su casa, al lavarse, el venusiano desaparecería. Lo probó, fue rauda y veloz al baño y bajo la ducha metió su pulido cráneo. Observó por la ventana. Al ver algo en el suelo destrozado, que de lejos parecía ser una tostadora en mal estado y un poco más lejos una batidora o algo parecido, quedó más tranquila, el venusiano había desaparecido.
A la mañana siguiente no se hablaba de otra cosa en el barrio, incluso en los periódicos salió la noticia de aquel extraño suceso y como era sábado y Vanda no tenía que ir al cole, después de desayunar se encerró en su habitación y llamó a “Hola” y “Adiós”.
-Hola, hola, Vanda ¡la que organizaste ayer!¿Por qué no dibujas ahora un plutoniano y volvemos a empezar?-saludó “Hola”.
-Déjame hablar a mí, que tengo prisa-interrumpió “Adiós”-Vanda, tienes que tener cuidado con lo que dibujas porque la gente vive en un mundo gris y se asusta.
-Ya lo sé, chicos, ¿Cómo podía saber que el venusiano escaparía y sería un monstruo comecuchillos? Tengo que tener más cuidado, por eso os he llamado. ¿Qué puedo dibujar ahora?
-Antes de irme te lo diré, Vanda. ¿No has soñado siempre con tener pelo? No quiero ser pesado porque ya debería haberme marchado. ¿Por qué no te dibujas el pelo que sueñas?
-Pero entonces, seré aburrida, seré como los demás…
-Nunca serás como los demás, Vanda-dijo “Hola” mirando su inexistente ser en el espejo-¿Soy guapo? Es que no me veo.
-Mira Vanda, no quiero entretenerme, así que te lo diré rápido. Ya que puedes tener lo que quieras en tu cabeza, dibuja tu pelo, todo de una pieza y cuando te aburras, dibujas otra cosa, aunque sea una burra. Adiós, adiós, tengo que irme.
Y “Adiós” marchó y como “Hola” sin “Adiós” no tenía sentido se fue con su amigo.
Vanda pensó, pensó, las ideas volvían, fluían, discutían entre ellas y al final tomó una decisión. De acuerdo, sería como los demás, tendría pelo. ¿De qué color? Siempre le había gustado moreno. Y se dibujó una larga melena, que le encantó. Era suave, lisa y brillaba y podía moverla como se le antojara. ¡Qué alegría se llevarían sus padres! Al fin sería como los demás, ya nadie se reiría de ella aunque, en realidad a Vanda eso ya no le importaba. Ella era como era, sin pelo, pero tenía la imaginación tan llena que nada más le faltaba ni siquiera el pelo que en tiempos anhelaba.
Antes de enseñarles a sus padres la gran sorpresa, se sonrió frente al espejo. Se peinó con dos largas coletas. A partir de ese día tendría pelo, ¿para siempre? Eso haría creer a sus padres, eso haría creer al mundo, pero nadie conocía su secreto, tenía en su mente el mundo entero, abstracto y concreto y presentía que su vida iba a ser muy divertida.

Y colorín, colorado, este cuento ha terminado según los viejos criterios…o quizá no, esta vida es un misterio.











jueves, 17 de diciembre de 2009

RIZOMAS Y FRACTALES

SOMEBODY TO LOVE

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WHITE RABBIT



EROS Y THANATOS

Cuando te dio la tos, con el pañuelo
te tapaste la boca;
y yo leí en tus ojos, en mi cielo,
toda tu angustia loca.
Me ocultaste las rosas de tu pecho,
flor de tu sangre pura;
aquella noche regué y mi lecho
con sales de amargura.
De mi sangre, Teresa, borbotones
tras la tuya fluyen;
una la vida y dos los corazones,
los dos a una concluyen.
Es tu angustioso aliento el que me lleva
tras de ti, mi Teresa... ¡Voy allá!
¡Me falta el aire..., primavera nueva
al lado tuyo me florecerá!

Miguel de UNAMUNO, Teresa.

(Teresa, un libro de rimas y poemas publicado por Unamuno en 1924,
está atribuido a un suicida: el poeta Rafael, un alter-ego, casi un heterónimo, del autor. Nunca ha vuelto a ser editado salvo en sus obras completas.)

martes, 15 de diciembre de 2009

MIRA CÓMO TE MIRO

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Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

Pablo Neruda, "Poema 5", Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

domingo, 6 de diciembre de 2009

ENTRE MOSCAS Y PALOMAS




ENTRE MOSCAS Y PALOMAS

Las moscas son calvas, esto, que es algo sabido por todos, no deja por ello de ser curioso. Hay moscas de varios tamaños, esto es también algo conocido, pero ¿ qué relación tienen las moscas y las palomas? La paloma, ese bicho que ha sido subido a la categoría de símbolo y que se ha convertido en la peste a exterminar en muchas ciudades, ratas aladas y con diarrea permanente, en esto han acabado las pobres palomas. Las palomas tienen pelo y las moscas son calvas, las palomas son diarreicas y...¿ las moscas? Difícil es determinar cuál es la consistencia fecal de la mosca habría que desarrollar un programa I+D (Injury + Damage) para averiguar hasta qué punto la dieta deglutida últimamente por la mosca afecta a su tránsito intestinal. Pero teniendo en cuenta la tendencia mutua que ambos presentan hacia los alimentos defecados es cuanto menos curioso pensar ¿ porqué las Palomas no se han quedado calvas? ¿O, por qué a la mosca no le ha salido pelo? Está claro que debe haber un factor determinante que sea el culpable de tan injusta diferenciación. De momento, una cosa queda clara, ambas especies entrarían dentro de la denominación despectiva de Bicho ¡ Biiiiiiiiiiiishhhhho¡ Quizá más la paloma, sí, sí, sí, definitivamente mucho más la paloma y eso es debido a su tamaño, de gran tamaño, talla super, para ser bicho; es mucho más difícil de ignorar que a la pobre mosca en caso de convertirse en una paloma cojonera.

Habrá que esperar a los últimos estudios científicos para resolver tal enigma propio de misterios sin resolver, mientras tanto los sufridores habitantes de las ciudades tendremos que seguir soportando las epidemias de moscas calvas – fáciles de exterminar con los potentes insecticidas- y las perores, las epidemias de palomas velludas, en ese caso ¿ los botes de insecticidas deberían ser propocionarles a su tamaño? Lo pregunto para comprar un Cherokee ranchera, uno de esos que poseen los humildes ciudadanos de las poblaciones élite de Pozuelo, no para pasearme como un pavo delante de los demás, sino para poder cargar las bombonas de insecticida necesario en caso de la que plaga de paloma cojonera llegue a ser crítica.

Esto último me lleva a una nueva reflexión, ¿ se verán los ciudadanos de Pozuelo tan afectados por la mosca y la paloma cojonera como los urbanitas? ¿O seremos solamente los de las ciudades los que habremos de soportar tal cruz?

Bisssshos, bisssssshos, bishhhhhhhhos.

PEPA Roble

domingo, 29 de noviembre de 2009

UNHEIMLICH, LO MONSTRUOSO.

DE CUANDO SURGIERON LOS CUERVOS.


LA CASI VIDA DE PORFIRIO. Jadeíta






LA CASI VIDA DE PORFIRIO. Jadeíta.

Porfirio ya no recordaba cuándo fue la última vez que había sido él mismo al completo, sin dobleces ni ambages, vivía en el mundo de la indefinición, se había acostumbrado a ser pero sin ser realmente, a sentir pero sin sentir completamente, a desear pero sin una convicción absoluta. Vivía en el mundo del casi casi, no recordaba cuándo ni por qué descubrió que el mundo del casi casi era su verdadero mundo, un mundo ideal para un SS como se llamaba él a sí mismo. Porfirio se levantaba por la mañana y en un acto casi reflejo comenzaba a pensar en las sistuaciones casi casi que había vivido el día anterior. Gustaba de ir a los grandes almacenes y coger diferentes productos acercándoselos a la bolsa como si fuera a robarlos, algunas veces la adrenalina había alcanzado tal nivel que en un acto de heroísmo había conseguido acercarse al guardia de seguridad y había representado su papel de falso hurtador con la descarga energética que le producía el saberse mirado y observado. Por supuesto, todo aquello no dejaba de ser un mero papel teatral porque nunca se le pasó por la cabeza el ser un ladrón de verdad, el completar el acto le hubiera sacado de su mundo del casi casi para pasar al mundo del ser real, total ,completo, y él , recordemos, era sólo un ser a medias.

En cuanto al sexo, Porfirio había encontrado en el casi casi su verdadera erótica del placer, no pensaba que aquello pudiera ser una parafilia simplemente lo consideraba un complemento, el aderezo más apropiado para su yo SS al que él tanto apreciaba. En la oficina donde pasaba las horas intentando trabajar había encontrado en sus compañeras el vehículo ideal para dar rienda suelta a ese ser a medias, había descubierto que entre la realidad y la ficción había un mundo a medio camino, y era el mundo del fetichismo, el mundo mágico de la transformación a través del símbolo. Porfirio era fetichista, llevaba siempre colgado o en su bolsillo una piedra de jade cuyo significado real sólo él conocía. Éste sí era su verdadero juego de ser a medias, aunque en un principio así no lo percibiera porque el fetiche se había convertido para él en su piedra angular, en su tótem sacrificial, el placer que le proporcionaba le hacía sentirse casi casi completo.

El poder de la piedra era sólo conocido por él los demás podían mirarla, tocarla acariciarla sin saber el verdadero alcance mágico que dicho mineral poseía cuando comenzaba el ritual de la autosatisfacción, la erótica del placer onanístico, por otra parte, la única erótica verdadera a la que podía aspirar ; Porfirio tenía pánico a las mujeres, las consideraba seres maléficos siempre con intenciones subterráneas capaces de succionarle, subyugarle hasta acabar con su más pura esencia.

Lo que en principio parecía ser un simplemente juego, un mero desahogo sin más, se convirtió en su única y verdadera sexualidad, cuando sacaba el jade ante sus compañeras éstas se veían atraídas por la piedra, la cogían, la acariciaban sentía su tacto suave y pulido.Era perfecto nadie relacionaría los dos componentes principales del jade: la jadeíta, la nefrita y la serpentina, como las verdaderas cualidades mágicas del tótem tan apreciado. La piedra metamórfica cumplía su función, le hacía sentirse superior, poderoso, como una sacerdotisa que custodia el verdadero poder de creación y transformación de su ídolo maléfico.

Para ciertas ocasiones especiales, aquellas en las que la víctima del engaño era merecedora de un trato algo más especial, quizá por haber desarrollado en él una mayor atracción o por sentirse poderosa y animalmente inclinado hacia ella, sacaba un jade labrado; la piedra, entonces, adquiría forma, la metamorfosis llevaba incluida la simbiosis y el tótem reflejaba ya no sólo su falo sino el elemento complementario, el que le daba verdadero sentido, poder y vida. En esas ocasiones Porfirio sacaba su joya, un jade que representaba una zorra comiendo las uvas. La zorra que abriría sus puertas, las puertas del placer supremo y le haría alcanzar, en la soledad de su miserable vida agónica, un ápice de goce supremo que él consideraba celestial.

En una ocasión, no consiguiendo alcanzar el umbral de placer buscado e intuyendo que las puertas de lo que él consideraba el cielo no iban a ser suficientes para calmar su deseo, logró ser casi casi un amante, trasladó al ámbito amoroso el juego que tanta emoción le producía en los grandes almacenes; el convertirse en casi casi amante era una situación de superexcitación paralela a cuando simulaba los intentos de robo delante de los guardias jurados, era bordear la línea de la realidad, pasar del casi casi le veo una teta , al casi casi podría correrme con ella.

Porfirio ,no en vano, sabía que tenía que cambiar, aquella erótica del ser a medias le estaba estrangulando, sentía añoranza y dolor por el vacío que había dejado en él aquellos años en que fue capaz de sentirse un ser completo y pleno, hacía ya ¡tanto tiempo de eso¡, que apenas podía recordarlo, quedaban huellas indelebles de la satisfacción de sentirse completo y real y no podía vislumbrar, nada más que a partir de recuerdos quizá inventados, cuál había sido la causa, el tránsito hacia este nuevo tipo de existencia donde el goce y agonía iban unidos, vida y muerte, eros y thanatos estaban presentes en su existencia de forma indeleble como el acíbar a la derrota, o el sufrimiento a la muerte; había comenzado a sentirse cansado, hastiado y buscaba desesperadamente un refugio donde poder encontrarse, al fin, de nuevo, donde poder mirarse al espejo y no ver únicamente un fantoche di legno, una máscara histriónica a la que sólo le queda entrar en los años de la vejez, sino ver a la persona que¡ por fin¡ le queda por vivir el resto de su vida en completa armonía con su cuerpo y sus sentimientos…Y así, en un estado de angustia, pena y amarga aflicción ,Porfirio, una buena mañana, armándose de valor y de un arrojo desesperado se dijo: “Esto tiene que cambiar…”

PEPA Roble

viernes, 27 de noviembre de 2009

Foux Du FaFa

Entre psicoanálisis y psicoanálisis, aquí llega Ludivina con su dosis de frivolidad. Cuanto más absurdo es todo, más sentido le encuentro. El absurdo nunca decepciona

domingo, 22 de noviembre de 2009

HUMILDAD, SABER PEDIR UN FAVOR

Dentro de las habilidades sociales, de lo que llamaríamos inteligencia emocional se encuentra la capacidad para poder pedir un favor.

Las personas que están exentas de esta capacidad no es que sean autosuficientes en todas sus gestiones sino que presentan un incacipacitación social básica para la relación con el Otro. Cuando alguien pide un favor es porque es consciente de una falta y porque ha reconocido en el Otro la posibilidad de subsanarla. Por eso en el intercambio de favores quedan ambos actuantes, el que pide y el que dona, satisfechos plenamente, uno como agradecimiento a una actitud desinteresada, recordemos el favor implica altruismo, desinterés para ser un auténtico favor; y el otro queda pleno por el reconocimiento que se ha hecho de su persona, ya sea a nivel personal o a nivel profesional.

Hay que recordar que en esta incapacidad para pedir un favor subyace un grave problema de base que es un orgullo desmesurado bien sea por un carácter narcisista o bien sea porque es un individuo de estructura obsesiva incapaz de aceptar la falta y por lo tanto incapaz de soportar el deseo, aunque ese deseo sea esencia intrínseca de la vida y de la felicidad. Este cercenar la falta les obliga a no reconocer el deseo y por tanto a no pedir un favor y también como consecuencia de ello a no dar las gracias cuando se les ha ayudado.

Quien no sabe dar no sabe recibir.
Quien no pide no dona.
Quien no soporta la falta niega su deseo.
Quien no sabe reconocer su deseo se comporta como un ser alienado.
Quien se comporta como un ser alienado se percibe atrapado y sin salida.
Quien se encuentra atrapado y sin salida generará un mundo paralelo donde satisfacer sus goces, placeres triste del autoerotismo.
Quien construye un mundo aparte se encontrará en SOLARIS(Stanislaw Lem) donde no sabe muy bien si vive, si sueña o si muere.



Sólo el olvido es sagrado... Y para poner una nota humor y uniendo lo sagrado con lo profano para todas estas personas ,dignas de lástima ciertamente, pondré como si de un conjuro se tratase una oración al Arcangel San Miguel para pedir favores, sin que nadie se sienta ofendido dentro de su credo :r

"Glorísimo San Miguel excelso Ángel que gozas de la plenitud y de la visión de Dios, acuérdate de que bno se ha oído decir que no alcance tu favor quien a ti se acerca en sus tribulaciones. Confío en ti, espero en ti y te pido que seas mi intérprete para con Dios nuestro señor a fin de obtner esta gracia que con toda mi alma te pido. Amén."

PEPA Roble

lunes, 19 de octubre de 2009

BELLEZAS DE LA INFANCIA





BERLANGA DE DUERO




El palacio de Frías en Berlanga de Duero.

Los Duques de Frías, responsables del desmantelamiento de media docena de pequeñas iglesias románicas para construir una grandiosa colegiata (que aun siendo "como para una capital de reino" quedo en la mitad de lo proyectado) y, a la sombra del castillo de Berlanga, un magnifico palacio que contaba con uno de los mejores jardines de Europa y que tras el asalto de las tropas francesas quedo reducido a un campo de cardos rodeado de imponentes ruinas.

En el gran escudo de la fachada figuran las armas de Tobar y una frase tomada del libro bíblico de los Proverbios que traducida dice : "La casa será edificada en sabiduría y se mantendrá en prudencia".

De frente al palacio se encuentra la plazoleta del Mercado dedicada a Fray Tomás de Berlanga, primer obispo de Panamá y dscubridor de las islas Galápagos

viernes, 16 de octubre de 2009

MUERTECITOS,Liddell

MUERTECITOS

FUGA XI

Papá nos quería mucho. Aunque era un hombre seco y reservado. Recuerdo cuando jugábamos a los muertos; si mamá no estaba en casa él nos mandaba tendernos en la cama y simular que éramos niños muertos.

Mi hermano y yo nos partíamos de risa, nos movíamos y abríamos los ojos, hasta que papá se enfadaba y por el tono de su voz sabíamos que iba en serio, entonces nos quedábamos quietos y él nos contemplaba. Luego nos traía chucherías y nos pedía silencio.

Recuerdo que el juego se fue complicando. Cuando mamá trabajaba papá compraba flores y nos hacía vestir con traje y corbata. Instalaba cirios encendidos y nos colocaba algodones en las fosas nasales y una venda desde la parte inferior de la barbilla hasta la parte alta de la cabeza. Así rodeados de flores y con las manos en el pecho decía que éramos unos muertecitos muy lindos.

Es verdad que abusábamos de él, pues cuanto más raro era el juego más costosos eran los regalos exigidos, pero él cumplió siempre. Cuando se acababa el juego componíamos ramos con las flores y se los regalábamos a mamá. Se ponía tan contenta....


Si se soñó o fue narrado es irrelevante .

LOGARRITMO,Hipnopompo el osado durmiente.

martes, 13 de octubre de 2009

QUIEN LO PROBÓ LO SABE

Desmayarse

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso:

no hallar fuera del bien centro y reposo, 5
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso:

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave, 10
olvidar el provecho, amar el daño:

creer que el cielo en un infierno cabe;
dar la vida y el alma a un desengaño,
¡esto es amor! quien lo probó lo sabe

Lope de Vega.

sábado, 3 de octubre de 2009

Flight of the Conchords - Business Time

Es tiempo de negociar. Las acciones están al alza o a la baja, depende del día, dela ño, de la semana y de la hora. El amor es una fuerte apuesta. Hasta los brokers más temerarios no arriesgan sin una buena información o una corazonada.
Si decides apostar, comprar acciones, sabes que quizá tus ganancias sean efímeras, dos minutos en el paraíso o toda la vida en el purgatorio.
¡oh, sí, that yes!

viernes, 2 de octubre de 2009

EL PROCESO DE KAFKA




Un ejemplo destacado de una obra de arte escrita en lenguaje simbólico es The Trial ( El proceso ), de Kafka. Como sucede con muchos sueños, los hecho presentados son, cada cual por separado, concretos y reales: no obstante el conjunto es imposible y fantástico[...]
La novela se inicia con una frase en cierto modo impresionante, sorprendente: ” Alguien debe haber estado contanto mentiras sobre Joseph K., porque sin haber hecho nada malo un buen día lo detuvieron.”[...] Ser detenido puede significar ser puesto en custodia por agentes de policía, y estar detenido puede significar hallarse paralizado en el crecimiento y desarrollo. El relato manifiesto emplea la palabra “detenido” en el primer sentido. Pero su significado simbólico debe ser entendido en el segundo.

El protagonista de la novela era un hombre de “orientación receptiva”. Todos sus esfuerzos se orientaban hacia el deseo de recibir: nunca de dar o producir. Dependía de otros para que no alimentaran, lo cuidaran y lo protegieran. Seguía siendo un niño dependiente de su madre, que confiaba obtenerlo todo con su ayuda, que se servía de ella y lo manejaba.Consideraba que la fuente de todos los bienes era exterior a él, y que el problema de vivir consistía en no correr el riesgo de perder su favor. Carecía, en consecuencia, del sentimiento de su propia fuerza y tenía un intenso temor de ser amenazado con el abandono por la persona o personas de las que dependía.
“_Pero si no puedo contestar sus preguntas_ dijo el inspector_, puedo al menos darle un consejo;piense menos en nosotros y en lo que va a pasarle , y piense más en usted mismo.”
K. no entiende lo que el inspector le dice. No ve que el problema está en él mismo, que él era el único que podía salvarlo y el hecho de que no supiese aprovechar el consejo del inspector indicaba su derrota final…Hablando en términos humanos, K. estaba casi muerto, pero podía lo mismo seguir desempeñándose como empleado de banco, porque esta actividad estaba completamente separada de su existencia como ser humano.
K. tenía la vaga impresión de que estaba derrochando su vida y descomponiéndose aceleradamente. A partir de este punto toda la novela trata de sus reacciones ante esa impresión y de los esfuerzos que realiza para defenderse y salvarse. El resultado es trágico; aunque oyó la voz de su conciencia, no la entendió. En lugar de remediarse de la única manera que podía hacerlo- reconociendo la verdad y tratando de cambiar-, buscaba ayuda donde no podía encontrarla, ayuda ajena, valiéndose de hábiles abogados, acudiendo a mujeres cuyas relaciones pudieran serle provechosas, y siempre protestando de su inocencia y silenciando la voz que le repetía su culpabilidad.
Quizá habría hallado alguna solución si no hubiese tenido el sentido de la moralidad. K. conocía una sola ley moral: la autoridad rígida, cuyo mandamiento básico era: “Debes obedecer”. Sólo conocía la “conciencia autoritaria”, para quien la obediencia era la mayor virtud y la desobediencia el mayor crimen. No sabía que hubiese otro tipo de conciencia, la conciencia humanística, que es nuestra propia voz instándonos a volver a nuestro propio yo.

En la novela está representada simbólicamente ambas clases de conciencia: la humanística por el inspector, y luego por el cura; la autoritaria por el tribunal, los jueces, los auxiliares, los abogados deshonestos y todos los demás que están relacionados con la causa. K. oyó la voz de su conciencia humanística pero su trágico error fue tomarla por la voz de la conciencia autoritaria y defenderse contra las autoriadades acusadoras, en parte sometiéndose y e parte rebelándose, cuando lo que debió haber hecho es luchar por sí mismo en nombre de su conciencia humanística.

K. tuvo la oportunidad de examinarse a sí mismo y averiguar cuál era su verdadero cargo de que era acusado. Cuando el cura desaprobó su búsqueda de ayuda exterior, K. solo tuvo el temor de que el cura se hubiese enojado. Fue entonces cuando el cura se enojó realmente, pero fue el enojo del amor experimentado por un hombre que ve caer a otro sabiendo que puede salvarse solo, pero, que no puede ser salvado por los demás. El cura ponía bien claro que su actitud era todo lo contrario al autoritarismo. Tenía volunad de ayudar a K., por amor al prójimo, pero no tenía nada que ver con el resultado de la causa. El problema de K., en concepto del sacerdote, era enteramente suyo. Si se negaba a verlo, tenía que seguir ciego; porque nadie puede ver la verdad más que por sí mismo.

Toda su vida K. había estado buscando soluciones, o más bien tratando de que los demás se las dieran pero en aquel momento planteaba problemas, y los planteaba adecuadamente. Sólo el terror a la muerte le otorgó el poder de percibir la posibilidad del amor y la amistad y, paradógicamente, en el momento de morir tuvo, por primera vez, fe en la vida.

Erich FROMM, El lenguaje olvidado.

sábado, 26 de septiembre de 2009

EL LENGUAJE OLVIDADO

La mentira ambiente no acaba con la resistencia histérica. Ésta se cierra en banda y no se rinde. Delimita un círculo alrededor de una parte de su cuerpo y más allá hay algo que ya no responde a los estímulos del mundo exterior: anestesia, parálisis, ceguera, sordera. En este cercado sobrevive la verdad histérica, como los indios o los pájaros raros sobreviven en las reservas adonde los ha reducido la civilización. La comparación aún puede llevarse más lejos. Lo que queda protegido por la cerca está en vías de desaparición, tanto más por cuanto habla una lengua olvidada, inadaptable a las exigencias de una civilización cada vez más colectivizada[...] Para evitar el destino del Salvaje que se encuentra perdido como un niño en un mundo de adultos, en un ambiente que sin hablar la misma lengua utiliza las mismas palabras, al histérico sólo le queda salvar sus muebles poniéndolos unos encima de otros en una guarida segura, esperando que un día un arqueólogo descubrirá el tesoro y encontrará su significado.

Este apólogo recuerda que el síntoma esconde algo y que el secreto de este algo está protegido por una muralla que como toda fortificación se presenta como portadora de signos. LA muralla obtiene toda su eficacia defensiva del miedo de los que no se atreven a venturarse fuera de ella ni a cruzar fronteras.

La delimitación inscrita en el cuerpo ya la hemos descrito en el estudio de los síntomas, tanto si se trata de los límites concretos de anestesia, de la sombra de ojos del maquellaje femenino o de un estrechamiento del cuerpo resaltado por alguna joya.

[...] Cuando Freud dice que el histérico padece de reminiscencias, podemos entender esta reminiscencia como algo diferente del recuerdo. En la reminiscencia hay algo que falta a la palabra, algo que no se arriesga a adherirse a ella y es esta privación la que se inscribe en el cuerpo como síntoma somático.

Recordemos que uno de los elementos de la mentira de los padres en era el silencio del padre que autoriza la duplicidad del discurso materno. Este silencio no es obligatoriamente material. El padre en cuestión puede hablar mucho, discursear o gritar. Pero está desacreditado porque no es el hombre deseado por la madre. este enraizamiento de la mentira muestra también lo que la palabra exige para ser creíble: que implique aquella referencia última que uno ha arriesgado a escoger.

El riesgo viene de que el padre es limitado, puede fallar o desfallecer y puede perderse el objeto de deseo. No hay deseo sin riesgo. Y la búsqueda del maestro, era la búsqueda de este susutituto del padre que hubiera podido ofrecerse al deseo materno o sobre todo, quizá suscitarlo. El maestro como el padre, tiene sus límites y no logra dar con la palabra que hubiera sido ley y hubiera desatado al niño de su madre. Pero el naufragio en esta madre no es total ya que hay un signo que queda inscrito en el cuerpo, un mensaje a descifrar cuyo contenido lo desconoce quien lo lleva.

En esta insuficiencia de la palabra son posible todos los grados y por tanto todos los signos de neurosis: desde la que se ofrece a la conquista del sujeto por sí mismso, conquista que permite traspasar el límite y explorar más allá; hasta la que lo fija dentro de una armadura de inadaptacón y lo reduce a una caricatura.

El síntoma histérico ocupa el lugar de la palabra y encuentra su razón de ser en esta insuficiencia; es aquí donde hay que tratar de descifrarlo. Toma el lugar de una palabra no dicha e insiste en hacerse oír. Los síntomas más relevantes son la falta de percepción: anestesia, transtornos sensoriales, frigidez. El histérico busca una palabra que ose hacer frente a sus propios límites y con ello le autorice a conquistar el más allá.

El síntoma histérico expresa, aunque de forma muy limitada, un Yo no soy completo/a. Este reconocimiento, que a la vez solicita también al prójimo, es la condición previa de toda creación personal. Ser incompleta/o permite todas las esperanzas de invención pero expone al sujeto a la angustia de las mañanas desconocidas, mañanas que, ya lo hemos dicho, estaban simbolizadas por la muerte.

La neuroris se detiene en el momento de franquear los límites porque no ha encontrado nunca nadie que acepte el riesgo. Una enorme conspiración de una civilización que presenta la vida como e bien supremo le retiene en esta acitud; sin embargo, este mensaje, expresado en una lengua conocida por el sujeto, contradice aquella pretensión.

En cuanto se levante la barrera neurótica la histérica/o se convertirá en una mujer u hombre dispuesto a pasar por todas las experiencias y descubrirá su terrae incognitae; quizá el placer será una de las vías que investigará.

La contradicción entre el deseo de ser incompleto y la preocupación por la perfección sólo es parente. La búsqueda de la perfección es la vertiente consciente del síntoma, aprobada y sostenida por un medio que está a la vez en la búsqueda de su propia seguridad. La verdad del síntoma, es decir su vertiente inconsciente, con mucho la más importante, radica en esta afirmación prohibida: No soy completo/A.

La histeria, el sexo y el médico, Lucien Israël . El texto lo he sacado del capítulo " Una sexualidad diferente"

miércoles, 23 de septiembre de 2009

LA REINA DE LA NOCHE

La versión de Botticelli nos muestra una dulce y vaporosa Judith que regresa llevando en una mano la espada y en la otra una rama de olivo, símbolo de la paz.



MADRES HISTÉRICAS

Estas madres inquietantes, estas "mums" americanas no tienen nada de tranquilizante, no evocan la buena madre, más bien parecen mantis religiosas enarbolando máscaras amenazadoras. La histérica envejece con el marido reducido a su mínima expresión y disfruta de sus hijos reducidos a la esclavitud. Las hijas atadas por su papel de simple reflejo de la madre, los hijos inmovilizados por la psicosis o la infantilización masiva. Orgullosa de esa prole que exhibe y habiendo olvidado que prácticamente nunca ha sido mujer ( esto lo esconde mostrando, blandiendo todo un saber sobre la feminidad y la sexualidad), pasea su abdomen innumerable, triunfante en su papel de reina. La etología nos da una vez más el ejemplo de esas reinas de los hormigueros, de las colmenas y de las conejeras de las que depende la colonia entera y a la que ha bastado un solo macho para fecundar y aún su existencia ha finalizado en seguida en medio del desinterés general. Nada nos dice que estas "reinas" gocen de su poder entre los insectos que viven en sociedad, somos nosotros quienes las llamamos reinas. La histérica, por el contrario, ha escogido su papel, es ella la que quiere representar la imagen del triunfo de la mujer. Únicamente algunos signos permiten comprender que, en esta forma evolutiva de la neurosis, se trata de un triuno de la muerte. Estas madres todopoderosas sienten, en efecto, alguna preocupación por los hijos, a menudo comprometidos en acciones, que ciertamente las enorgullecen y las engrandecen, rodeándolas de una aureola de heroísmo.

El embarazo, temido por todos los que la rodean, será para la histérica un periodo de bienestar: desaparición del síntoma, mejora del carácter. A veces incluso desaparición transitoria de la frigidez. El niño se toma aquí al pie de la letra como objeto de exhibición: es extraño que adquiera para la histérica el sentido de creación, es decir, de aparición de algo nuevo. Para ella el lugar del niño está marcado tiempo ha. Viene a llenar el hueco de algo que le faltaba. Compensa lo que se le debía y no se ha obtenido. Se espera del niño que responda a ciertas exigencias, no precisamente que aporte algo nuevo, algo imprevisto. No tendrá la posibilidad de construir o inventar su mundo. Pero si por una circunstancia favorable escapa al modelo preconcebido, entonces su madre dará curso libre a un nuevo resurgir de síntomas.

Creer en la posibilidad de hacer un retrato robot de cualquier constelación familiar sería una superchería. Ni siquiera las estructuras, esos elementos estables, permanetes de la personalidad son siempre las mismas. Las madres de las histéricas pueden ser histéricas a su vez. Pero también pueden ser obsesivas e incluso psicópatas. Habría que recordar aquí que la estructura del psicópata es muy frecuente.

La histeria, el sexo y el médico, Lucien Israël

lunes, 31 de agosto de 2009

Nuevos tiempos

El blog se rebela, muerde una de las manos que le da de comer y me ningunea las entradas, o los post, como diría si fuera moderna. Y como voy camino de serlo ya que transito desde hace días por un mundo virtual de caras y sonrisas desconocidas. Como experimento no está nada mal, aunque no sé si aguantaré mucho tiempo yo con esa sonrisa puesta y en venta.
Esperaremos...y probaremos¿Por qué no abrirle paso al video? Siempre necesitará un alma que le dé vida. Seguiremos informando, me voy a ver qué se cuece en el mercado de abastos de relaciones.
Chau