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sábado, 18 de abril de 2009

De la categoría de los dolores IV

haemorrohis-idis/ haemorreheumacon

Y con referencia al valor erógeno del tracto anal [...] no puede tomarse a risa la influencia de las hemorroides, a las que la vieja medicina concedía tanto peso para la explicación de los estados neuróticos" (Freud ).

Por si fuera poco para el doliente y marginado (cada vez menos ¡gracias hemoal!) sufridor de hemorroides el estado lacerante en el que se encuentra casi siempre mientras sonríe al estimado público, escondiendo su vergonzosa condición de enfermo hemorroidal, resulta que el origen de ese dolor indescriptible que hace que tomes conciencia dolorosa y perenne de una d parte de tu cuerpo a la que nunca ves, es un origen moral. ¡Padecedores hemorroidales del mundo, dejad de guardaros todos vuestros secretos! ¡¡Abrid las compuertas a un estilo completamente lenguaraz! Vuestra introversión y un mal curado complejo narcisista infantil os provocan un vulgar dolor de culo. Hablad y hablad y cagad en todo momento y en cualquier lugar. Perdonad mi estilo soez, pero no debo reprimir nada si quiero que esa terrible muestra de timidez en mi trasero no se reproduzca.

Comencé esta inestimable colección de dolores con uno al que califiqué de poco glamuroso. Palabras me faltan para clasificar a este que hoy me ocupa, la escatología ha estado siempre reñida con el glamour. Y, sin embargo, el origen más profundo de esta dolencia oscura tiene la delicadeza de un dolor de cabeza. Traumas, miedos, sensibilidad extrema, añoranza constante de lo bello y lo bonito, temor a un futuro sórdido…Es la belleza del recuerdo imperdurable la que quiere retener el enfermo hemorroidal como un artista, como Wilde, que encontraba sentido en lo bello y un sinsentido en lo útil. Lo útil desdeña lo bello y se enferma, entonces surgen las hemorroides. ¡Qué bella enfermedad, producida por la derrota de la sublime belleza ante el feo y burgués materialismo!

Amigos y hermanos de enfermedad, sonreíd porque nuestra enfermedad es la última enfermedad romántica en un mundo ya privado de romanticismo. Dejad paso, tuberculosos, vuestro mundo feneció. La nueva era requiere de nuevas manifestaciones románticas que sean capaces de lidiar con este mundo de asfalto. ¡Ay, si Margarita Gautier levantara la cabeza miraría hacia su espalda!



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