SIEMPRE

martes, 13 de julio de 2010

ACCIÓN, INACCIÓN




LOS TUMBADOS


El científico y filósofo Blaise Pascal solía advertir que “todos los infortunios de los hombres derivan de no saber quedarse tranquilos en sus casas”. Hay personas, sin embargo, que no sólo han pasado años sin salir de casa, sino que durante todo ese tiempo, y estando aparentemente sanas, ni siquiera han dejado el lecho. Hay quien se refiere a ellos como tumbados, otros los denominan acostados y los franceses inventaron el término encamado para designar a estos sujetos.

Un tumbado, como afirma el escritor Luis Landero, “no es un holgazán, ni un neurótico, ni un simple enfermo imaginario”, sino un hombre que un buen día “opta por suspender su actividad social y se abandona espléndidamente a la inacción”[1]. Aunque el escritor sugiere en su definición una toma de decisión, como veremos, se trata más bien de un imponderable. En algunos casos, este imperativo puede durar toda la vida; en otros, a los dos, seis o veinte años el tumbado abandona la cama y sin previo aviso, como si fuese la cosa más natural del mundo, retoma su actividad anterior, durante tanto tiempo suspendida.

Juan Carlos Usó, en Ulises (Revista de viajes interiores), núm. 8, 2006, pp. 92-97.


ME QUEDÉ DE PIE...DRA

Verano, calor, ventilador, aire acondicionado para los más afortunados o menos sufridos y una perpetua sensación de vacuidad. Las horas del día se alargan, se expanden, no se aglutinan hasta que no llega la noche que también se ensancha. Hay actividad en el exterior, actividad incesante, mientras la calma chicha va desbordando el interior que se torna cada vez más quieto, se hace estatua. La estatua suda y por eso distinguimos el alma debajo del bronce,un alma que se va haciendo chiquita como una pasa al sol.
Entonces, suena una canción y el alma inspira y espira, inspira y espira, se va dilatando, se levanta, bebe agua o cerveza, incita al cuerpo a moverse, a escapar del bronce. Si la melodía es la adecuada, no tardará mucho el bronce en licuarse y el cuerpo del tumbado escultórico renacerá durante unos minutos, para, pasado ese destello de vida, volver a replegarse en sí mismo y volver a recubrirse de bronce, o quizá de hierro...hasta la próxima vez.

Pero mientras el cuerpo escapa del bronce, danzará

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