SIEMPRE

viernes, 28 de agosto de 2009

El muchacho que escribía poesía

"El contenido de las cartas era trivial. Empezaban con una crítica del
poema que el otro había enviado en la última carta, a la que seguía
una palabrería inacabable en la que cada cual hablaba de la música que
había escuchado, los episodios diarios de su familia, las impresiones
de las muchachas que le habían parecido bellas, los libros que había
leído, las experiencias poéticas en las que una palabra revelaba
mundos, y así sucesivamente. Ni el joven de veinte años ni el muchacho
de quince se cansaban de este hábito.

Pero el muchacho reconocía en las cartas de R una pálida melancolía,
la sombra de un ligero malestar que sabía que no estaba nunca presente
en las suyas. Un recelo ante la realidad, una ansiedad de algo a lo
que pronto tendría que enfrentarse, le daban a las cartas de R un
cierto espíritu de soledad y de dolor. El tranquilo muchacho percibía
este espíritu como una sombra sin importancia que nunca caería sobre
él. "

"El muchacho estaba cautivado por la ilusión que confunde al arte con
el artista, la ilusión que proyectan en el artista las muchachas
ingenuas y consentidas. No le interesaba el análisis y el estudio de
ese ser que era él mismo, en quien siempre soñaba. Pertenecía al mundo
de la metáfora, al interminable calidoscopio en el que la desnudez de
una muchacha se convertía en una flor artificial. Quien hace cosas
bellas no puede ser feo. Era un pensamiento tercamente enraizado en su
cerebro, pero inexplicablemente no se hacía nunca la pregunta más
importante: ¿Era necesario que alguien bello hiciera cosas bellas?

¿Necesario? El muchacho se hubiera reído de la palabra. Sus poemas no
nacían de la necesidad. Le venían naturalmente; aunque tratara de
negarlos, los poemas mismos movían su mano y lo obligaban a escribir.
La necesidad implicaba una carencia, algo que no podía concebir en sí
mismo. Reducía, en primer lugar, las fuentes de su poesía a la palabra
"genio", y no podía creer que hubiera en él una carencia de la que no
fuera consciente. Y aunque lo fuera, prefería llamarlo "genio" y no
carencia. "

Yukio Mishima

No hay comentarios: