SIEMPRE

lunes, 31 de agosto de 2009

Nuevos tiempos

El blog se rebela, muerde una de las manos que le da de comer y me ningunea las entradas, o los post, como diría si fuera moderna. Y como voy camino de serlo ya que transito desde hace días por un mundo virtual de caras y sonrisas desconocidas. Como experimento no está nada mal, aunque no sé si aguantaré mucho tiempo yo con esa sonrisa puesta y en venta.
Esperaremos...y probaremos¿Por qué no abrirle paso al video? Siempre necesitará un alma que le dé vida. Seguiremos informando, me voy a ver qué se cuece en el mercado de abastos de relaciones.
Chau

sábado, 29 de agosto de 2009

THESE BOOTS AREN'T MADE FOR WALKING




PEPA ROBLE, Óleo sobre lienzo,65x90

viernes, 28 de agosto de 2009

El muchacho que escribía poesía

"El contenido de las cartas era trivial. Empezaban con una crítica del
poema que el otro había enviado en la última carta, a la que seguía
una palabrería inacabable en la que cada cual hablaba de la música que
había escuchado, los episodios diarios de su familia, las impresiones
de las muchachas que le habían parecido bellas, los libros que había
leído, las experiencias poéticas en las que una palabra revelaba
mundos, y así sucesivamente. Ni el joven de veinte años ni el muchacho
de quince se cansaban de este hábito.

Pero el muchacho reconocía en las cartas de R una pálida melancolía,
la sombra de un ligero malestar que sabía que no estaba nunca presente
en las suyas. Un recelo ante la realidad, una ansiedad de algo a lo
que pronto tendría que enfrentarse, le daban a las cartas de R un
cierto espíritu de soledad y de dolor. El tranquilo muchacho percibía
este espíritu como una sombra sin importancia que nunca caería sobre
él. "

"El muchacho estaba cautivado por la ilusión que confunde al arte con
el artista, la ilusión que proyectan en el artista las muchachas
ingenuas y consentidas. No le interesaba el análisis y el estudio de
ese ser que era él mismo, en quien siempre soñaba. Pertenecía al mundo
de la metáfora, al interminable calidoscopio en el que la desnudez de
una muchacha se convertía en una flor artificial. Quien hace cosas
bellas no puede ser feo. Era un pensamiento tercamente enraizado en su
cerebro, pero inexplicablemente no se hacía nunca la pregunta más
importante: ¿Era necesario que alguien bello hiciera cosas bellas?

¿Necesario? El muchacho se hubiera reído de la palabra. Sus poemas no
nacían de la necesidad. Le venían naturalmente; aunque tratara de
negarlos, los poemas mismos movían su mano y lo obligaban a escribir.
La necesidad implicaba una carencia, algo que no podía concebir en sí
mismo. Reducía, en primer lugar, las fuentes de su poesía a la palabra
"genio", y no podía creer que hubiera en él una carencia de la que no
fuera consciente. Y aunque lo fuera, prefería llamarlo "genio" y no
carencia. "

Yukio Mishima

martes, 25 de agosto de 2009

viernes, 7 de agosto de 2009

REYES Y FARAONES

Todos los días salía de casa subiéndose sus imaginarias solapas de espía, un cigarrillo colgado del labio y la mirada esquinada de astucia. Deteniéndose en los escaparates y simulando curiosidades imprevistas, angulando reojos, hurtando el perfil, burlando persecuciones y salvando emboscadas, vencía sin novedad la primera etapa del trayecto. A partir de allí, le esperaba otra suerte de peligros. Si aguardaba la luz verde para cruzar una calle y se ponía a su altura una mujer con alguna prenda negra, perdía una baza de semáforo. Si azul, ganaba el derecho a acelerar el paso durante un minuto. Si alcanzaba a un transeúnte ciego o cojo, no podía adelantarlo mientras no lo liberase algún hombre con un peso a la espalda. Quedaba cautivo de una plaza si la estaban regando o había un niño con un gorro, y no podía franquearla hasta que cruzase un perro o levantase el vuelo una paloma. Pero si el perro se paraba a hacer una necesidad, también él debía pararse y contener la respiración, pues en caso contrario las reglas del juego lo obligaban a retroceder hasta encontrar una monja o cualquier otra persona de uniforme. Por momentos la vida le parecía apasionante.

Juegos de la edad tardía, Luis Landero.